Y eso hicimos. Con la excusa de que era para una de nuestras niñas, claro. Aunque la Julia en cuestión nunca le ha prestado mucha atención, así que, desde que Retro y con encanto existe, se encuentra casi a nuestra entera disposición.
Sin embargo, hemos de confesar que siempre le vimos un pequeño fallo, más bien un "desentone"; la base en madera nunca nos convenció.
Así que le llegó el momento, intercalando brochazos entre trabajo y trabajo, el blanco fue el elegido; el único, el que faltaba...
Todas estas tijeras, cada una con un vibrante tono y un diseño de corte diferente, tenían que reposar en el color por excelencia, ese que se descompone con la luz para formar el arco iris.
Estamos tratando de crear espacios bonitos en nuestro taller, ¡cosa harto difícil! Y aprovechamos el colorido de tijeras y pinturas para decorar con nuestras herramientas de trabajo. Junto a esta estantería que ya conocéis, y que ha cambiado de lugar y de función, ha encontrado el portatijeras su pareja ideal.
Con esta colorida frugalidad, nos vamos con Marcela y su cita de los viernes.
¡Feliz fin de semana!