Lo primero que hicimos fue darle un buen "fregoteo", que falta le hacía, y tapar un par de agujeritos que la polilla juguetona había hecho en uno solo de los cajones. Después, le tocó a los pequeños pomos..., que tienen su historia. Ya empezamos mal con ellos porque, en el momento de la adquisición del auxiliar, se nos cayó el primer cajoncito al suelo, con tan mala suerte que el "mini-tirador" murió (r.i.p.). Pero eran tan monos y tenían tanta mugre... Una noche sumergidos en amoniaco hicieron el milagro. Ya buscaríamos solución para sustituir al fallecido.
La base del mueble estaba pintado en crudo con pintura sintética que debíamos eliminar, pero como tememos al decapante como a una vara verde, nos decidimos a lijar con esmero antes de pintar de nuevo con nuestra amada pintura a la tiza... Cual fue nuestra sorpresa que el resultado del lijado nos encantó y lo dejamos tal que así.
Sí pintamos el interior con un tono semejante para disimular esos feos brochazos realizados (o no) por el anterior propietario. La terminación de cualquier trabajo da valor al mismo, ¿no creéis?
Ahora tocaba elegir el color de los cajones, y nos decantamos por el gris.
Pero al interior quisimos darle alegría...
¡Una alegría multicolor!
Cera para proteger y dar brillo.
Y ésta fue la solución al (r.i.p.). Os diremos que, yendo las dos de "cháchara" andando por la calle, nos topamos con un par de bonitos herrajes tirados en la acera. Con lana de acero los dejamos como nuevos, y he aquí uno de ellos.
¿Os gusta cómo ha quedado el antiguo costurero?
Nosotras le hemos cambiado la función. Nos parece perfecto como joyero.
Nos vamos con él a casa de Marcela Cavaglieri a su Finde Frugal número 144. ¿Qué nos encontraremos hoy?
¡Feliz fin de semana!