Pero antes de que te lances a comprar cerámica, comparar precios de cocinas y hacer acopio de tila para afrontar lo que te espera, tengo dos noticias para tí: una buena y otra mala.
¿Cuál quieres oir primero?
La buena es que una reforma no necesariamente tiene que poner a prueba tus nervios ni ser un factor de estrés.
La mala es que puede llegar a serlo, pero todo tiene remedio. Y en este caso, el remedio se llama Planificación.
Y hoy voy a explicarte cuál es el método de 4 pasos, que los profesionales empleamos a la hora de planificar y gestionar una reforma.
Normalmente, un interiorista realiza un proyecto de diseño sobre el espacio a reformar, bien sea una vivienda completa, bien un espacio concreto. Y este proyecto ya abarca 3 de los 4 pasos que forman el método del que vamos a hablar. El último paso se refiere a la gestión de la obra en sí.
Pero vamos a partir de la base de que eres una persona decidida y con las ideas claras y vas a hacerte cargo personalmente de tu reforma.
Bien, pues como te decía, hay 4 fases en la gestión de todo el proceso que te ayudarán a clarificar tus ideas y que harán que tu reforma vaya como la seda.
1. Establecer el Programa de Necesidades
2. Fijar y detallar un presupuesto
3. Definir el estilo decorativo global
4. Planificar la obra
Vamos a ver en detalle cada una de ellas.
Fase #1 Establecer el Programa de Necesidades
Esta primera fase, absolutamente imprescindible, consiste en definir las necesidades y objetivos del cliente, en este caso, tú mismo. Además, y también muy importante, de identificar los límites del proyecto.
Esto que a primera vista parece evidente y hasta absurdo, puede llevarte a creer que puedes saltarte este paso. Pero, aunque no lo creas, saber que tu objetivo es “tener más luz en el salón”, así a secas, es demasiado vago y poco concreto y no sirve para nada.
Así que vamos a profundizar. Este proceso, podría dividirse en dos partes:
a) Reunir información.
En primer lugar, observa el espacio en cuestión, sea una habitación o tu casa en su conjunto, para poder detectar tanto las oportunidades que ofrece, como los posibles límites u obstáculos a tus pretensiones.
¿Tienes una altura importante en la que ganar un altillo?
Vía Pinterest
¿Hay un pilar en el salón que impide que quepa una mesa de comedor enorme?
¿Puede moverse un tabique para ganar espacio en una zona de paso estrecha o conseguir sitio para un armario más?
Vía Pinterest
A continuación, piensa en lo que quieres conseguir realmente, como objetivo último: quizá más orden, más luz, espacio para moverte con comodidad, espacio de almacenamiento, ganar estilo sin realizar grandes cambios… lo que sea.
Y ahora, analiza detenidamente tu estilo de vida y el de tu familia, si no vives sólo.
Coge papel y boli y escribe lo que haces a diario: cuántos sois en casa y qué actividades realizáis cada uno en ella; si coincidís a la hora de comer; dónde coméis; ¿tienes invitados a menudo?, piensa si la frecuencia es relevante como para habilitar un espacio extra para comer o dormir; dónde hacen los niños los deberes y si es adecuado o no; si el espacio de almacenamiento en alguna parte es insuficiente; puede incluso que tengas una mascota, por lo que necesitarás un enfoque práctico a la hora de elegir materiales y acabados…
Vía Pinterest
La lista podría seguir hasta el infinito. Cada uno tendrá la suya, personal e intransferible, y tomarse el tiempo necesario para confeccionarla, mejorará sin ninguna duda el resultado de la reforma. ¡Incluso puedes hacer una encuesta a tu familia y divertiros con el proceso!
También es importante fijar los límites que pondrán cota a algunos de tus deseos, por lo que habrá de llegarse a veces a soluciones de compromiso. Estos límites pueden ser temporales (si dispones de un tiempo muy reducido, quizá no sea posible acometer grandes cambios); presupuestarios, de los que hablaremos en la siguiente fase; espaciales, que vendrán dados por la propia estructura de la vivienda; normativos…
Y a veces será necesario alcanzar consensos, en el caso de que, por ejemplo, los objetivos de tu pareja no coincidan con los tuyos, lo que suele ser un factor limitante habitual.
Reunida toda la información, el siguiente paso consiste en analizarla.
b) Analizar la información.
– Redacta una lista de cada espacio, en la que quede claro lo que es posible hacer en él, teniendo en cuenta los límites, los problemas a resolver (objetivos) y las necesidades a cubrir.
– Detecta si hay algún tema sobre el que necesites asesoramiento antes de tomar una decisión. Por ejemplo, averigüa si es posible tirar un tabique para hacer más amplio el salón; o si es posible cambiar de sitio el inodoro, lo que te permitirá construir la enorme ducha que deseas.
Vía Pinterest
O si vas a poder realizar el cerramiento de tu terraza para ganar ese office espectacular.
Vía Pinterest
– Prioriza.
Muy probablemente vas a encontrate con que parte de tus objetivos chocan entre sí, o con ciertas limitaciones que has detectado. Por ejemplo, puede ocurrir que tengas la posibilidad de reordenar la tabiquería, pero sólo consigas espacio extra para uno de tus deseos: un gran vestidor o un despacho.
Desgraciadamente así es la vida, pocas veces podemos tenerlo todo y tenemos que hacer un ejercicio de introspección para saber qué objetivo será más determinante en nuestra satisfacción a la hora de vivir la casa.
O cuál es más urgente. Quizá habilitar una habitación para tu anciano padre sea ahora mismo fundamental, lo cual no impide que en el futuro uses ese mismo espacio para montar el gimnasio de tus sueños. A la hora de planificar también hay que pensar en el medio-largo plazo y dejar las puertas abiertas a la evolución que sin duda sufrirá tu vida cada cierto tiempo.
Continuaremos con la siguiente fase Fijar y detallar el Presupuesto, en el siguiente post.
Te espero.
Si te ha gustado este artículo o tienes alguna duda sobre cómo llevar a cabo esta fase, ¡escribe un comentario! Estaré encantada de responderte.