Decoración con sabor a chocolate

Disfrutar de un sabroso chocolate en tu hogar es uno de los lujos que proporciona la llegada del frío. Pero también hay quien hace de este dulce una forma de vida y una musa para la inspiración decorativa. Así, desde el año 1926, la tienda de chocolates 'La Fe Coruñesa' preside el inicio de la calle Riego de Agua en la ciudad de A Coruña.

 

Una vez que el aroma a chocolate te atrapa, la exquisitez de su decoración interior hace imposible que abandones el local. 'La Fe Coruñesa' ha pasado ya por tres generaciones y, en el tránsito, ha vivido diversas reformas. La última obra tuvo lugar hace dos años.

 

Su propietario actual, José Novoa Moure, encargó los trabajos a una diseñadora. A pesar de ello, algunas partes de la tienda han sido obra de su buen hacer y del de algunos de sus amigos, que le han ayudado. El objetivo de los últimos cambios ha sido recuperar el estilo original con el que el abuelo de José Novoa abrió la tienda.

 

El cartel de estética años 20 que se ha colocado a la entrada de la tienda, nos recuerda la fecha. Un simple vistazo al contraste de colores en la división del local y a la sobriedad de los muebles demuestra que este local de dulces ha recuperado con creces el color y el sabor de antaño.

El local está estructurado en tres ambientes distintos: una especie de nave central y dos zonas de salida. Una de ellas destaca por la suavidad de las pinturas y la otra, por los colores más llamativos.

En las techumbres se ha tratado de imitar la estética de los años 20. Escayolas blancas en contraste y bordeando el techo conforman la panorámica que uno alcanza en el momento de alzar la vista al techo.

Junto a la puerta, un viejo baúl en tonos oscuros nos da la bienvenida. Pertenecía a unos vecinos del dueño del establecimiento. A pesar de no estar restaurado, encaja bien con la estética de la zona en la que ha sido ubicado.

La puerta que da acceso a esta parte de la tienda es de madera oscura y cristal. El perfecto equilibrio entre cristal y madera recuerda a las antiguas puertas de los comercios de la ciudad.

Las paredes de piedra de esta zona son las originales del edificio. Se han camuflado las antiguas ventanas de la tienda: ahora se han convertido en expositores que han sido resaltados a través de pequeños halógenos encastrados en piedra.

Una de las entradas cuenta con paredes de color cereza. En apariencia es un color atrevido, sin embargo envuelve el escenario de manera cálida y sugerente como los olores de los distintos tipos de cacao.

A modo de salita, una alfombra de formas geométricas variadas se sitúa frente al gran mural. Su presencia en esta estancia otorga, sin duda, un aire acogedor y muy cálido a la tienda.

La parte central de la chocolatería está presidida por un gran mural pintado a mano por Marco, un pintor de origen ruso. La magnitud del dibujo y su originalidad dan amplitud al local, ya de por sí amplio.

Las lámparas de esta zona son similares a las que se usan para iluminar los salones. Todas ellas están realizadas en un material tan preciado y elegante como el cristal de estrás, dando un aire sofisticado al establecimiento.

Las puertas de acceso a las estancias se han rematado con madera. Vemos como las esquinas de los marcos están labradas y contienen dibujos con tallas de distintas formas.

Los licores se han situado en una innovadora estantería. De forma circular y de madera oscura, permite que se muestren las botellas enteras a la perfección, así el cliente accede a las mismas fácilmente.

Se accede a la estancia del centro a través de unas escaleras. Están hechas de pizarra -al igual que el suelo de la parte de arriba de la tienda- que se ha traído de Samos (Lugo) para la ocasión. La barandilla es de madera trabajada.

La pintura permite camuflar perfectamente la entrada a la trastienda. Una puerta pintada en el mismo color que las paredes la esconde y hace que pase desapercibida ante los clientes.

La tercera estancia de "La Fe Coruñesa" está pintada en tonos pastel. De ella destacamos los delicados murales con escenas coloniales que se han hecho a media pared.

Las lámparas de los diferentes espacios de la chocolatería destacan por el conjunto en el que se enmarcan. Ejemplo de ello es la de la parte central, acompañada por una enredadera pintada en el techo.

Las vitrinas en la pared muestran con claridad las bebidas y los dulces disponibles dentro del establecimiento. El secreto está en los halógenos que se han colocado estratégicamente en su interior.

Se cuida el detalle en cada rincón. Muestra de ellos son los expositores de la mercancía. En ellos destaca el vano sobre la madera. A través de grandes cristales vemos la mercancía sobre mantelitos blancos.

Una gran rama seca dentro de un búcaro marrón oscuro se sitúa junto a la escalera. Sus tonos y su disposición recuerdan a las colonias africanas en las que se producía cacao.

A pesar de que no hay un exceso de cuadros los que aparecen son de grandes dimensiones. Todos ellos relacionados con motivos relativos al chocolate, el cacao o sus plantas.

El detalle de los pequeños focos empotrados dirigibles en el falso techo no debe pasar de largo. Las molduras de escayola están colocadas de forma armónica por todo el techo para deleite del comprador.

El sabor a antiguo se camufla en cada detalle decorativo. Así, los caramelos se siguen guardando en grandes botes de cristal tumbados, tal y como se hacía en las confiterías antiguas.

En el local se han dejado como elementos de decoración aparatos propios de las tiendas antiguas. Varias básculas para pesar cacao, además de pesas antiguas, se colocan en lugares destacados.

En la decoración de esta chocolatería se ha tenido en cuenta la funcionalidad pero también la estética. El fino cristal decorado de estos recipientes para bombones así lo pone de manifiesto.

La organización en los sistemas de almacenaje es esencial. En ´La Fe Coruñesa´ lo saben, por eso han colocado cuidadosamente todas las bebidas en un botellero horizontal de pared con grandes dimensiones.