¿Recordáis el vasero del que os hablábamos hace unos días en otro post? Éste que os mostramos tiene la peculiaridad de su doble baldita. La superior, para el vaso de agua, y la inferior, para dejar cualquier pequeño objeto antes de ir a dormir. Así nos la encontramos y así la hemos transformado con un poco de pintura blanca y algo de lija.
No os vamos a engañar si os decimos que no sabemos muy bien para qué servía este otro utensilio... quizás para contener la sal, o los ajos... Aunque da igual, su belleza es innegable, incluso con las pequeñas marcas de carcoma (tratada) en uno de los laterales. Un poco de pintura lavanda y algo de lija la transforman en un posible y precioso florero.
Objetos del pasado recuperados para lucir con nuevos y renovados aires en el hogar actual.
Y de nuevo nos reunimos con Marcela en su cita de los viernes. ¡Una fiesta de intercambios de ideas, ingenio y amistad!