12 pequeños cambios: minimalismo

Siempre he relacionado el minimalismo con casas blancas de estilo escandinavo, con estanterías vacías y paredes desnudas. Pero, si eres lectora habitual de este blog (lo que es decir mucho viendo el ritmo de publicación que he tenido últimamente) sabrás que con el tiempo me he vuelto minimalista a mi manera.

No, si entras a mi casa no hay ningún espacio vacío, ni superficies despejadas, ni nada. Mi casa es el caos de tres casi adolescentes y dos semi adultos con múltiples aficiones. Hay lana, hay bicicletas, hay máquinas de coser, hay consolas y videojuegos. Pero somos una familia bastante minimalista.

Ya te conté que había adoptado el minimalismo a mi manera y ahí puedes leer todo lo que pienso del tema. Pero es que enero es el mes del minimalismo en nuestros 12 pequeños cambios, así que he tenido que pensar cuál es mi reto y mi desafío de este mes.

La anfitriona de este mes es Gemma. En su blog encuentras una presentación y un montón de trucos y métodos para decidir cuál va a ser tu objetivo en enero, pero ya sabes que yo tengo incontinencia verbal y que voy a contarte cómo lo veo yo quieras o no quieras. Pero, ¿a que quieres?



Una forma de vida

Ya, ya, es una frase que me da muchísima rabia, pero no puedo evitar ponerla porque es cierto. El minimalismo se convierte, con el tiempo, en un mecanismo automático. Y eso es lo más importante.

Pero, ¿qué es el minimalismo? ¿Por qué te lo planteamos como primer tema del año?

Pues no es casual. El minimalismo vendría a ser una filosofía que habla de utilizar lo mínimo necesario en tu vida. Y dicho así suena un poco feo y espartano, pero no, no es eso.

¿No te pasa en diferentes momentos que te sientes un poco abrumada, un poco harta? Puede ser por el desorden, porque tienes la agenda a reventar, porque no tienes ratos libres, porque tienes la cabeza llena de cosas, porque quieres hacer un montón de cosas, porque tienes mil libros por leer o mil pelis por ver y sientes que NO TE DA LA VIDA.

Yo me he sentido así prácticamente toda mi vida adulta. No llego a todo, no consigo hacer todo lo que quiero hacer, tengo cosas por toda la casa que quiero mirar, repasar u ordenar.

Y entonces apareció el minimalismo.

No me pareció espartano, ni triste, ni nada. Me pareció que me daba espacio y me daba alas.

Leí, claro está, el libro de Marie Kondo y hubo una cosa que me llamó la atención especialmente. Porque me pareció totalmente lógica. Las cosas que tengo dando vueltas por mi casa me hacen sentir culpable, me generan ruido mental y me recuerdan que no he hecho eso, ni aquello, ni lo de más allá.

Yo soy muy, muy sensible al ruido mental. Me agobia y me agota. Me hace sentir mal y me incapacita. Así que ahí las cosas empezaron a hacer clic.

También me sentí muy identificada con eso de que las cosas no son los recuerdos. Las cosas son cosas y, si no te gustan, no tiene ningún sentido quedártelas porque te recuerdan algo. El recuerdo lo tienes igualmente.

Por eso es un buen tema para enero. Porque nos permite hacer un poco de hueco, de espacio mental y físico, y nos ayuda a tener más tiempo y más energía para todo lo que vendrá. Y nos va a hacer falta si queremos cambiar cosas los doce meses del año, ¿no?

Yo he cambiado. He dejado de guardar y acumular cosas. Tiro sin piedad. De vez en cuando hago un repaso de libros, ropa, material de hobbies, utensilios de cocina... Compro solo lo que necesito. Pido prestadas más cosas. Los escaparates han dejado de atraerme tanto como antes.

Me considero minimalista, aun con todo mi caos, mi casa llena de cosas y mi compra compulsiva de lanas. Y creo que cada vez voy a mejor.



Mi reto del mes

Como ya soy bastante minimalista, me he decidido por un reto un poco diferente. Mi cambio de enero va a ser "un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar". Que sí, que es algo muy típico, que les decimos a los niños, pero que me he dado cuenta de que no aplico.

De hecho, estaba el otro día en la habitación, viendo podcasts de punto y tejiendo cuando me di cuenta de que las gafas de sol estaban en la mesa de la habitación y... no sabía dónde guardarlas. No tienen lugar fijo. Viven gran parte del año en mi bolso, pero, si no están ahí, no sé dónde meterlas. Y siempre las pierdo.

Así que me puse a pensar. Yo no soy muy ordenada, pero lo que me mata de verdad es no saber qué hacer con algunas cosas. Las voy moviendo de estantería en estantería, de montón en el suelo a montón en el suelo, pero no sé dónde guardarlas permanentemente.

Mi reto para este mes es encontrar ese lugar para cada cosa. Y lo que al final no tenga sitio se va fuera. No quiero tener cosas dando vueltas con las que no sé qué hacer. No quiero tener montones de cosas apiladas en el suelo ni haciendo doble fila en la estantería. Se acabó.

Tengo todo el mes para hacerlo y espero conseguirlo.

Pero cuéntame más tú, ¿qué vas a cambiar este mes? ¿Qué concepto del minimalismo vas a aplicar? ¿Cómo lo vas a hacer? Recuerda que nos lo puedes contar todo con el hashtag #12pequeñascosas.

Fuente: este post proviene de Tres Pompones, donde puedes consultar el contenido original.
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