Sabes todo acerca de por qué la multitarea no es buena y la meditación sí. Aquí tienes las razones por las cuales trabajar más lentamente podría ser mejor.
Cualquiera que sea la mezcla de aprensión, optimismo, negación o indiferencia con la cual le des la bienvenida a que tu trabajo de ser entregado a robots en el futuro, hay algo que aún es cierto en el presente: muchos de nosotros estamos trabajando más y más duro, a pesar de los grandes avances tecnológicos.
Sin embargo, los trabajadores no necesariamente están siendo más productivos; por lo general, sólo les pide hacer más y más, y llega un punto en el que ya no importa qué herramientas digitales tengan disponibles que ayuden a que sean más productivos. El Departamento de Trabajo de Estados Unidos informó que la productividad -que mide la producción del trabajador por hora-, disminuyó a un ritmo anual del 3% en el cuarto trimestre de 2015; la mayor caída desde el primer trimestre de 2014. Y además están los costos de la salud física y mental, con algunos estudios que ubican a los que trabajan más de 55 horas a la semana en mayor riesgo de tener un derrame cerebral, una enfermedad coronaria, diabetes o depresión.
Por lo tanto, no es de extrañar que, según un informe de Forbes, la “la meditación y la industria del Mindfulness recaudó casi $ 1 millón de dólares” el año pasado. Prácticamente todo el mundo quiere ir más despacio.
He aquí por qué ralentizar tu ritmo realmente puede ayudarte a trabajar mejor, e incluso ser más productivo.
#1. Te darás cuenta de que tienes más tiempo del que piensas
Sentir que estás constantemente falto de tiempo es un estado mental. Claro, puedes realmente tener más en tu plato de lo que puedas manejar, pero la forma en la que trabajas puede estar maximizando tu estrés en lugar de reducirlo. Carl Honoré, autor de Elogio de la Lentitud, escribe sobre acerca del pensamiento “lento” o slow, como un estado cognitivo totalmente diferente:
El pensamiento lento es intuitivo y creativo. Es lo que hacemos cuando no sentimos presión, y hay tiempo para dejar que las ideas se cocinen a fuego lento, en un segundo plano. Se produce ricos matices e ideas, y avances veces sorprendentes.
Para cualquier persona que se sintió trabajando frenéticamente, intuitivamente lo indicado tiene mucho sentido. El punto de Honoré (o uno de ellos) es llamar la atención sobre la experiencia de pensar más lentamente como un beneficio mental, en sí mismo. Saltar rápidamente de una tarea a otra sin terminar ninguna de ellas no sólo es agotador y puede tener un efecto psicológico grave con el tiempo, sino también ineficiente. Lo más probable es que puedas lograr más si te concentras intensa y deliberadamente en completar una cosa a la vez. De esta manera, es posible que te des cuenta de que tenías más tiempo en tus manos lo que pensabas.
#2. Puedes pensar de una manera más racional
En su libro Pensar rápido, pensar despacio, Daniel Kahneman destaca dos sistemas de pensamiento –uno rápido y automático (nuestro instinto de supervivencia o sistema nervioso “simpático”) y otro más lento y más lógico (nuestro sistema nervioso “parasimpático”, el cual nos ha ayudado a evolucionar para lograr el pensamiento racional).
Kahneman sostiene que el impacto del exceso de confianza en las estrategias de negocio, la dificultad de predecir lo que nos hará felices en el futuro, el profundo efecto de los sesgos cognitivos en todo -desde jugar en la Bolsa a planificar nuestras próximas vacaciones-, cada uno de ellos puede explicarse por las interacciones entre estos dos sistemas. Su dinámica moldea profundamente nuestros juicios y decisiones.
¿Cómo? Según Kahneman (y esto es a grandes rasgos), pensar más lentamente nos puede ayudar a salir del piloto automático mental. No se trata sólo de poner la parte lógica de nuestro cerebro en el asiento del conductor. El pensamiento subconsciente siempre seguirá funcionando, pero cuando vamos más despacio, en general estamos en mejores condiciones de confiar en nuestras intuiciones y en las conclusiones a las que arribamos a través de medios menos lógicos.
Después de todo, muchos de nosotros sacamos conclusiones demasiado rápido. Aquel que se da tiempo para pensar, simplemente toma mejores decisiones.
#3. Te conviertes en un mejor oyente
¿Cuándo fue la última vez que esperaste a que la otra persona haga una pausa clara antes de comenzar a hablar? Cuando hablamos de forma rápida, somos más propensos a hablar de, sobre y después de cada uno, en lugar de hablar con el otro. Cuando nos comunicamos lentamente, ponemos los pensamientos de la otra persona primero.
Eso no sólo nos hace interesarnos más en lo que el otro tiene para decir, sino que le da a ambos involucrados el tiempo para verdaderamente procesar las ideas de cada uno. Así, mientras que el ritmo o la velocidad se reducen, la comunicación se vuelve más eficiente, por lo que los malentendidos -y una posterior ronda de comunicación rápida y plausible de errores- es menos probable.
#4. Será mejor que rectifiques errores y los evites con más frecuencia
La multitarea nos da la ilusión de la productividad, pero gran parte de nuestro tiempo se dedica a “apagar incendios“ –intentando corregir inconvenientes relacionados con decisiones que tomamos precipitadamente y que podríamos haber pensado de manera pausada. Esto sobre-estimula tus funciones cerebrales activando recursos mentales de control de daños, creando un estado perpetuo de alerta máxima. Eso no sólo es estresante, sino además una manera terriblemente ineficiente de trabajar.
Volver a corregir un error sólo suma a la pila de interrupciones de las cuales muchos de nosotros debemos defendernos de forma regular. Con tanta información recibida al mismo tiempo, nuestros cerebros no pueden diferenciar entre lo que es importante y lo que no lo es. Nuestra productividad se resiente, y también lo hace nuestra memoria.
Cuando nos detenemos o bajamos el ritmo, notamos tanto los detalles como sus posibles repercusiones. Nos hacemos más y mejores preguntas y obtenemos más y mejores conclusiones. Las cosas menos importantes quedan en el camino en la medida en que nos centramos de una forma más pausada pero eficaz en las cosas de mayor impacto.
#5. Le enseñará a tu cerebro a ir más despacio por sí mismo (y eso es algo muy bueno)
A esta altura probablemente estás informado acerca de los beneficios de la meditación, pero puedes pensar que no tienes tiempo para ello. Un reciente estudio de la UCLA encontró que las personas que meditan, tienen a largo plazo un cerebro mejor conservado que los que no lo hacen. El cerebro cambia en respuesta a nuestras experiencias. Así, cambiando nuestras experiencias, podemos cambiar nuestro cerebro-a través del tiempo, haciendo que funcione de manera diferente y sin tener que hacer un gran esfuerzo mental deliberado.
Una capacidad que podemos ayudar a nuestro cerebro a aprender es algo que el psiquiatra Daniel Siegel denomina “la flexibilidad de respuesta”, la habilidad de hacer una pausa antes de actuar:
Se crea un espacio de la mente que nos permite notar que un impulso ha surgido y que desconecte del comportamiento automático que generalmente sigue cuando alguien es una persona impulsiva. Así, el Mindfulness crea un espacio entre el impulso y la acción que nos permite ser más flexibles en nuestras respuestas.
Por lo tanto, es posible que no te estés moviendo tan rápido, pero que vas a tomar acciones o decisiones más deliberadas, ahorrando energía mental, eliminando errores, y manteniendo tu enfoque. Hasta que un robot reemplace tu trabajo, al menos eso es una manera más inteligente de trabajar.
Via FastCompany, Tr. OrganizarteMagazine