Con una decoración cuidada al milímetro, asientos vintage, objetos recuperados de otras épocas, estantes repletos de clásicos literarios … y una lámpara Sputnik de los años 50 con portalámparas multicolores que flotan sobre la sala, el Café Kafka ha conseguido convertirse en un espacio realmente acogedor para pasar una increíble velada.
Queda apuntado en mi lista de locales que son de visita obligatoria ( como mínimo una vez ).
¿ No os parece ideal ?