En este contexto, que no tiene vuelta atrás, la propuesta es animarnos a meternos con nuestra zona de confort, intentando modificar el ?status quo?, aprendiendo a preguntar y a cuestionarnos: métodos, formas, procesos y modelo de negocio. Meternos con los cambios que nos permitan mirar las cosas de otra forma, entendiendo la evolución y las reglas del mercado para poder anticiparnos a los mismos y marcar tendencia.
¿Qué rol juega la innovación en todo esto? Mucho, muchísimo. Como digo siempre en mis charlas, la innovación no es una meta, no trabajamos para ser innovadores dentro de un año, dos. La innovación es un viaje, un fascinante viaje que, si podemos entenderlo, no vamos a querer que se termine nunca, porque hace a nuestra esencia, a nuestra forma de ver, pensar, sentir y entender, la vida y los negocios.
Es importante considerar que la innovación no es exclusiva de la industria de alta tecnología, de los departamentos de I+D de las grandes empresas. La innovación es un proceso que cualquier organización puede utilizar para resolver problemas, plantear desafíos y mantenerse por delante de la competencia a través de la diferenciación. Y el sector del real estate, no está exento de ello.
Ya no basta con ofrecer un buen producto o servicio. Las empresas inmobiliarias y desarrolladoras deben evolucionar para generar vivencias y vínculos emocionales con sus clientes que los ayuden a generar experiencias positivas. En este sentido, las iniciativas de innovación relacionadas con las áreas Comerciales y de Marketing están tendiendo a desplazar a las del área de Tecnología y Sistemas de la Información, con los objetivos de mejorar la experiencia del cliente (Customer Experience Management) e innovar en el modelo de negocio y en el posicionamiento de la marca.
Toda organización tiene un punto ideal para la innovación. Es importante fomentar la creatividad e incentivar la generación de ideas. La experiencia es el peor enemigo de la innovación: hay que romper paradigmas. Debemos encontrar ese lugar donde los empleados tienen el espacio suficiente para maniobrar, ser creativos, jugar y el permiso de fracasar y aprender de los errores. Pero no tanto como para perder la alineación con los objetivos del negocio. Lo importante es innovar con una estrategia bien definida, entendiendo que la estrategia no es la innovación, pero la innovación es estratégica.
Y como líderes debemos aprender a ceder un poco el control, a repensar el modelo de liderazgo a partir de construir un sentido de comunidad entre los distintos niveles de la empresa, sea pequeña o grande. Un modelo de colaboración y de co-creación, apostando a desarrollar productos y servicios en colaboración con los clientes y con otros socios/colaboradores externos.
Y para ello debemos gestionar el cambio: la innovación es un proceso de cambio y como tal hay que gestionarlo. Por lo tanto es importante manejar temas como, la pérdida de control, la incertidumbre, la frustración, la sorpresa, lo nuevo y la preocupación por la competencia. Debemos incentivar y motivar, reconociendo y aprovechando el talento. En definitiva, como siempre, la clave está en las personas. ¿Se animan?.
Arq. Marcelo Langone
OPTIMA Consultoría Estratégica para Inmobiliarias
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