Centrarse en la realidad. Es muy difícil volver a la rutina pensado lo mucho que se ha disfrutado durante las vacaciones. Hay que enfrentarse al día a día con los aspectos más agradables de la rutina y olvidar aquellos pensamientos que nos trasladen de nuevo al pasado y a opciones que ya no son factibles.
Ocio personal obligatorio al día. Para estar activo y cumplir perfectamente con las tareas del trabajo, hay que respetar cada día el tiempo para uno mismo. Es necesario programar un tiempo de ocio personal -ya sean 15 minutos o 2 horas- pero se hace imprescindible un tiempo de disfrute personal para ajustar la vida a los nuevos ritmos de la rutina.
Agradece las vacaciones. Hay que tener en cuenta que no todo el mundo puede disfrutar de un tiempo de vacaciones.
Baja cuanto antes de la nube. El ocio y la desconexión provoca una sensación de bienestar que hace que «la euforia vacacional» nuble la realidad, el día a día y las obligaciones. Las metas ha de ser muy concretas, medibles y realistas, de otro modo solo valdrá para caer en la frustración.
Pensar a corto plazo. En vez de soñar con el próximo verano hay que hacerlo con el próximo fin de semana. La meta corta estimula, la muy larga, incomoda. Prepara alguna escapada o plan de fin de semana que te estimule y te anime.
Incorporar hábitos de las vacaciones a la rutina del trabajo. Por ejemplo salir cada tarde a dar un paseo, pero es posible hacerlo sin mayor esfuerzo cada día después de trabajar.
Come equilibrado y duerme bien. Es importante llevar una vida sana. No hacen falta dietas, basta con tener una alimentación equilibrada y practicar algo de deporte.