en viajes y trabajo.
La terraza, las vistas, y nosotros
mirando hacia otra parte: así acostumbra
a iniciarse el error: pero al final,
hacía tanto frío que una tarde
cerramos la terraza de aquel ático.
Sabes lo que te ofrezco: un viaje buitre
a quien el miedo hace volar más alto
y que prepara su vertiginoso
descenso hacia las últimas carroñas.
Del confuso negocio del amor
quedan sólo las últimas monedas
de un tesoro saqueado.
Conversemos,
ya que nosotros siempre hemos hablado,
y la conversación tiene el calor
que desea quien sube a un tren nocturno
como el que se me lleva: mi pasado
se borra y el futuro ya no es nadie.
Es otra clase de felicidad.
Historia de un ático
Joan Margarit
Hoy, inspirándome en una de las poesías de Margarit, me quedo con vosotros conversando en uno de estos rincones. Para hablar con los ojos e inventar palabras con el permiso del diccionario. También para rescatar esas sensaciones que llevaban escondidas demasiado tiempo. Cualquier rincón es un firme candidato para conversar si hay ganas de contar y escuchar. Y sobre todo, cualquier momento. Ahora, por ejemplo.
Especial mención a la casa de John Derian (imagen 1) que podéis disfrutar al completo en el reportaje publicado por la revista AD. No os perdáis la esencia de unos interiores en los que se respira el estilo más auténtico de Derian. Un caramelo para los cinco sentidos.
Feliz miércoles,
felices conversaciones.
1, 2, 3, 4, 5