En el medio del monte, junto a un arroyo, encontramos este antiguo molino. Sus dueños lo encuentran, en su huída de París, con el deseo de un cambio de vida, para instalarse en el Sur. De la planta original sólo conservan la estructura. Se replantean las aberturas al exterior, creando dos patios cerrados, uno al sur y otro al norte, para disfrutar del aire libre en cualquier época del año.
Pero el trabajo no se limita a la construcción principal. Se reconstruyeron las dependencias, un porche de entrada, una fuente. En el proceso, que puede resolver un conjunto particular, para refrescarse cuando el calor del verano llega a ser demasiado abrumador. Todas las renovaciones se realizan de acuerdo con la arquitectura local para regresar el auténtico encanto de una casa de campo provenzal.
La casa tiene una superficie de 350 m2. La planta baja consta de un hall de entrada, cocina, salón, comedor y una habitación doble con cuarto de baño. Arriba hay cuatro dormitorios con sus baños y una sala de televisión.
En el interior, todo es dulzura y luz, colores neutros y estilo cozy. Para vestir las paredes, optan por la pintura de acabado aterciopelado en contraste con la aspereza de las partes en piedra. Tonos de beige y marrón, acentuado con piezas de algunas notas de color caqui da un refinamiento sutil. Las paredes blancas y cubiertas de sofás y sillas ilumina el espacio.
Para acentuar la dulzura y la creación, prefieren las esquinas redondeadas. Entre las vigas, las bóvedas del techo crean armonía, mientras que las aberturas entre la zona de estar se trabajan en curvas para que fluyan los espacios. La decoración es deliberadamente despejada para enfatizar más el encanto del lugar, la belleza de los viñedos de los alrededores y monte bajo.
Para preservar la historia del molino, se han mantenido y mejorado las características originales, como la piedra de afilar y moler, que sirve como punto de partida para las nuevas escaleras. A través de una placa de vidrio a modo de pieza de solado, se puede admirar el mecanismo por debajo. En la cocina, madera y piedra se combinan para componer un ambiente auténtico. El diseño es agradable y funcional. Un verdadero éxito.
En el exterior, el eje se basa en un muro de piedra de color ocre, lo que contrasta con el efecto de la cubierta fina de cañizo que tamiza el calor y la luz. En este verde caso, la mesa está puesta a la espera de los invitados. En el menú, Cevennes delicatessen, Pélardon (queso de cabra) con aceite de oliva, tomillo, ajedrea y romero cantar para ellos los sabores de la Provenza.
Un espacio con todo el sabor y las características de su previa edificación y con una ambientación al más puro estilo provenzal rústico con piezas vintage recuperadas. Un espacio muy estival.
¡Feliz semana a todos!
Fotos [] Christophe Rouffio - Juillet 2011)
Más información vía [] Maison Deco
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