Te voy a contar parte de mi historia.
Provengo que una familia obrera, de las que no se podían permitir unas vacaciones en Benidorm en los 90 así que cada verano mis padres recurrían al socorrido pueblo.
A partir de abril cada año comenzaba a pensar en los meses que quedaban para irnos allí.
Me carteaba con el resto de amigos/as y pensábamos en qué dedicaríamos las infinitas horas del periodo estival.
Una de las actividades que hacíamos (y nos parecía muy de mayores) era irnos a ver las estrellas.
Antes de nada, he de contarte, que el pueblo del que hablo, es muy pequeño, sólo tiene dos calles (y no es un decir), y no había transito de coches, ni peligros que pudieran acecharnos.
Nos íbamos a la pequeña carretera que llegaba al pueblo y nos tumbábamos en el asfalto, aún caliente de todo el día de sol) y allí sobre la carretera mirábamos las estrellas.
Jugábamos a contarlas, a inventarnos las constelaciones, intentar ver estrellas fugaces…
Todo esto sin rastro de contaminación lumínica, ni contaminación lo cuál era un espectáculo impresionante.
He de confesar, que aún lo hago, me tumbo y las miro, pero ya no es lo mismo, la carretera, tiene algo más de transito, y muchos de los amigos de la pandilla ya han ido haciendo su vida, es lo que tiene hacerse mayor.
Por eso cuando volví hace unos meses de allí, quise hacer algo que emulase esa sensación de libertad, niñez, imaginación que tenían esos momentos.
Y comencé a hacer estrellas, de muchos colores, como nos gustaba imaginarnos.
Y las fui uniendo, como si de constelaciones se tratase.
Ahora, cada vez que me tumbo, puedo ver las estrellas sobre mi cama, mientras planeo la próxima escapada al pueblo.
Si te apetece puedes ver más fotos pulsando en el botón verde.
Y si te animas, puedes contarme cómo es tu pueblo, y qué recuerdas de él, me hará mucha ilusión leerlo.
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