Quizás más de uno se sienta identificado con lo que voy a contar. Compramos hace once años nuestro chalet adosado, bajo plano, una de tantas promociones que por aquellas fechas se hacían “como churros” en este país. Las calidades entonces no eran precisamente las mejores, lo que contaba era construir a diestro y siniestro para luego vender. Así que además de comprar las casas a unos precios que ni el palacio de Buckingham, luego había que invertir algo más en hacer las mejoras pertinentes. En mi urbanización cada uno ha hecho un poco lo que le ha parecido. Por ejemplo, la mayoría de mis vecinos han dado prioridad a temas estéticos, mientras yo he querido centrarme en el aislamiento (que no es tan resultón y aparente, pero os aseguro que a la larga se agradece).
Además de un cerramiento en el porche exterior, cerré la escalera que baja a la planta inferior (donde está el garaje, el cuarto de lavado y un despacho donde básicamente almacenamos libros). Por un lado perdíamos mucha calefacción y por otro, yo quería tener una puerta más que por la noche pudiera cerrar (ya, soy un poco miedica). El caso es que cometí un error y es aquí donde quizás alguno os identifiquéis conmigo. Como el dinero no nos sobraba y queríamos que nos saliera lo más barato posible, buscamos al “chapucillas” del barrio que hizo lo que pudo y para la puerta nos recomendaron un carpintero “barato, barato”. Efectivamente el precio lo fue, pero el desastre que hizo también. Mi marido y yo no dábamos crédito cuando aquel señor se llevó nuestro dinero y vimos en qué estado había dejado la puerta (pufff! sin comentarios). El caso es que aquel intento de ahorrar al final nos salió caro. Hasta el año pasado no hemos podido arreglar el desastre, finalmente tuvimos que llamar a profesionales y pagar lo que teníamos que haber pagado en su momento.
Lo que quiero decir con esta historia es que igual que acudimos a un médico cuando nos duele algo, hay que ponerse en manos de empresas especializadas, como Interiodeco, cuando acometemos una reforma, evitaremos disgustos posteriores y a la larga gastar más dinero.
La iluminación es clave y no me refiero a colgar una lámpara, si no a temas más complicados como la iluminación perimetral o saber utilizarla en nuestro beneficio para conseguir el efecto deseado.
En cocinas y baños hay que tener en cuenta un montón de factores, como buscar los materiales que nos sean más favorables, la mejor distribución, el almacenamiento,… que no son los mismos para cada familia porque dependerá del uso que le demos a estas estancias. Por ejemplo, hay familias que apenas cocinan y otras donde precisamente en la cocina se hace la vida familiar, así que el diseño de una y de otra debería ser totalmente distinto.
Además de la parte constructiva, los buenos profesionales también diseñan nuestros interiores. Por ejemplo nos dan opciones en cuanto la distribución del espacio, nos ofrecen ideas creativas para dar distintos usos a cosas cotidianas como una estantería (en la imagen superior se utiliza como apoyo del sofá y separador de ambiente), nos ayudan a vestir nuestras paredes o a elevar a la categoría de “arte”, algo tan normal como una escalera…
Ya sabéis cuando esperamos grandes resultados, mejor invertir dinero en contratar a profesionales. No sea que nuestra casa acabe “patas arriba” :-)
Imágenes de mi tablero de pinterest e Interiodeco
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