Os explico más. Podría ser un ático de Estocolmo como muchos otros. Un último piso no apto para los que tienen vértigo. Con vistas, claro, al mundo y a todo lo demás. Sin embargo, es un oasis francés en su versión más country.
El suelo y el techo son la noche y el día pero, la decoración es el mejor punto de encuentro. Es el claro ejemplo de cómo debe usarse el blanco y no conseguir interiores apagados. Atreverse mezclando materiales que a priori poco tienen que decirse y desafiar lo común con piezas de aquí y de allá.
Para los que se cansan de lo de siempre, este ático es su refugio. ¡Feliz miércoles desde las alturas!
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