Algunas de las consecuencias que puede traer la contaminación acústica es pérdida de audición, dolores de cabeza, ansiedad y nerviosismo constante, alteraciones en el sueño, depresión, estrés... Todo ello contribuye de forma negativa a nuestro humor e incluso puede afectar nuestras relaciones de pareja, con amigos, con la familia...
Por todo ellos nunca nos podemos tomar a la ligera el aislamiento acústico de nuestra vivienda. Lo mejor es analizar nuestras ventanas y cambiarlas por materiales más aislantes como el PVC que actúa como un amortiguador natural de las ondas sonoras.
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