Ayer mientras cargaba las imágenes de este post me paré a pensar en lo poco que he viajado en mi vida y la de cosas que me estoy perdiendo. Reconozco que cuando era más joven me daba cierta pereza (soy así de rarita), ahora es cuando me está entrando el gusanillo. Creo que mucha culpa de ello lo tiene el blog, es como meter la nariz en un montón de países y pensar ¡ohhh! yo quiero estar allí, el otro culpable son las redes sociales, porque ¡vamos a ver señores!, ¿o la gente tiene mil decorados en sus casas híper realistas o se pasan el día viajando? :-) no paro de ver a mis amigos en facebook aquí y allá, playa, montaña, turisteo de ciudad,… sinceramente me da bastante envidia.
Haciendo recuento de los países donde he estado puedo casi contarlos con los dedos de una mano (EEUU, Italia, Portugal, Dinamarca, Marruecos, Holanda e Isla Mauricio), qué triste ¿no?, conmigo no se podría hacer un “Madrileños por el mundo“. En su día tuve oportunidad de visitar a mi cuñado que vivió en París durante seis años, o a mi hermana que estuvo meses en Alemania, tampoco lo he hecho con mi cuñada que ha vivido 4 años en Chile y ahora vive en Perú, ni con un sobrino que dirige un hotel en Camerún. Creo que no tengo perdón…
Así que de momento sigo viajando de manera virtual, hoy nos vamos a Tailandia. Descubrí el Sala Ayuntthaya Butique Hotel husmeando como siempre por internet y literalmente me quedé pasmada con su arquitectura, esos infinitos muros de ladillo curvo en contraste con un interior blanco nuclear, son absolutamente espectaculares. De hecho la imagen que más me atrae es el muro visto desde abajo. Pero el interior tampoco se queda atrás, pocos materiales y bien escogidos, también llenos de contrastes, calidez en la madera, la elegancia del mármol blanco y la sencillez del ladrillo.
Disfrutad de este oasis creado en 2014 por el equipo de Onion designs, es digno de admiración.
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