Todavía tengo preciosos recuerdos de los veranos de la infancia que he pasado en Asturias. Grabado a fuego tengo el último que allí disfruté con mi padre antes de que él falleciera, tenía yo trece años por entonces. Una foto suya haciendo el payaso en el jardín de la casa que solíamos alquilar y yo tronchándome de risa, es el último recuerdo de aquellos veranos, a partir de entonces nuestro destino estival sabéis que cambió a Soria.
A pesar de todo, aquellos veraneos en los que nunca sabías si tenías que ponerte el bañador o sacar el chubasquero y las catiúscas para salir a coger caracoles, me dejaron muy buen sabor de boca. Conozco pocos sitios tan bonitos como el norte de España, donde mar y montaña se funden en un mismo espacio.
He encontrado esta maravillosa casa en Asturias y tenía que compartirla, en cierta manera me ha transportado a aquella época feliz de mi vida. Casualmente está cerca de donde yo veraneaba, en el Concejo de Llanes. Cuando la compró su propietario tan sólo quedaban tres muros en pie, eso sí, rodeados de 12.000 metros de prado salvaje y a 10 minutos de playas tan conocidas como Ribadesella.
La idea era reconstruir la vivienda con los elementos tradicionales de la zona pero todas las comodidades actuales. Su propietario, Pablo Aranguren, es responsable de marketing de Becara por lo que tenía bastante claro lo que quería. Altos techos a dos aguas con vigas vistas, grandes ventanales para aprovechar la entrada de luz natural, tragaluces en la buhardilla con el mismo objetivo, cocina abierta al comedor como en las antiguas casas de pueblo, búsqueda de zonas prácticas y desenfadadas (la familia tiene cuatro hijos), materiales naturales, etc.
Como es de imaginar, la mayoría del mobiliario procede de Becara. La verdad es que es inconfundible, nada más verlo lo he sabido (o será porque el de mi casa también lo es, quién sabe). Pero hay otras piezas de firmas y anticuarios tan increíbles como Las Tiendas de San Enrique, por ejemplo la maravillosa mesa de comedor, la librería o el vajillero; de Carina Casanovas son los bancos de madera del comedor; y las bonitas lámparas del mismo espacio son de El Ocho.
Una espectacular casa donde sin duda si viviera en ella, no podría salir de ese comedor. La mesa de mi querida Marisa de Las Tiendas de San Enrique, ha sido un flechazo en toda regla.
Y hablando de vacaciones, la semana que viene no estaré por aquí, andaré por tierras sorianas. Como siempre si queréis, podéis seguirme por redes pero no habrá post. Un poco de desconexión para todos.
¡¡Feliz Semana Santa!!
Imágenes Vía