Y volviendo al tronco, nos habíamos quedado con la copla del agua con lejía en el que nuestra querida Anna, del blog "De todo un poco", había sumergido unos palitos de madera. Así que probamos la experiencia zambulléndolo en el mismo líquido elemento con una doble intención: dejarlo más blanco (como decolorado por el sol), e intentar que desaparecieran los restos quemados de la famosa barbacoa... El primer objetivo se consiguió, como podéis apreciar en esta foto.
No así el segundo. El tiznado permaneció intacto. Probamos a lijar para eliminarlo... ¡Un horror! Al poco de comenzar estábamos peor que un deshollinador en plena faena.
Pues no quedaba otra que pintar, sobre todo para no mancharnos a cada rato con él... Diluimos con agua pintura a la tiza,
... retirando el exceso con un paño.
¿Recordáis ese post que hicimos sobre una habitación con vistas? En ella, la disposición de la cama no dejaba espacio para ninguna mesita. Y al suelo iba cada noche lo último que uno se quita antes de dormir: las gafas. ¡Pobrecitas!, no se habrán llevado pisotones, ni lanzamientos hacia el otro lado de la cama... Pues esto se acabó.
¿Y sabéis quién es el afortunado usuario de este encantador leño salva gafas? El de la guasita con las Américas... Que está más que contento con este madero que nos trajo la marea.
Y como cada viernes, nos vamos pitando con nuestro nuevo auxiliar a ver qué le parece a Marcela Cavaglieri y compañía. Todos los viernes esperamos ansiosas esta cita de arte, inspiración y creatividad.
¡Feliz fin de semana!