Ya ha llegado el viernes con un tremendo calor y muchas ganas de finde. Así que nos imaginamos que viajamos y reservamos en este restaurante. Su interior es tan bonito como su filosofía. Ladrillo y pintura desgastada, un toque dirty-industrial que me fascina (aunque a mi padre no le gusta nada ;-) Sus propietarios, los mismos que Kinfolk, y como no podía ser de otra manera, Lorena adivinas dónde está? Sí, en Melbourne.
vía: we-heart