Desde que dejé mi casa de Pamplona, todas las pre-navidades se han repetido las mismas escenas: días de locos, mucho trabajo, cenas y más cenas de navidad, volver a casa a horas intempestivas?Yo y mi maleta teníamos siempre una cita en vísperas de volver a casa por navidad, generalmente con el rímel ya un poco corrido de la última cena y con las horas justas para dormir. A lo largo de mi vida, por circunstancias familiares y personales (somos un poco Willy Fog), siempre hemos andado con las maletas a cuestas de aquí para allá, así que tengo experiencia, y eso me ha salvado.
Después venía la parte de salir corriendo del trabajo, con el tiempo justo porque siempre había algo de última hora que te hacía retrasarte y era muyyyyy importante. Salía corriendo, diciendo feliz navidad a diestro y siniestro y rezando por que el tren no se fuera. Una vez en Atocha?respiraba.
Esa interminable cola del tren generalmente en la vía 1 o 2 llenita de gente conocida y de "PTV" (Pamplona de Toda la Vida). Ahora ya muchos matrimonios, hijos, y la misma conversación de cada año- Que si voy a casa por navidad, que fulanito se ha casado, madre mía ya con dos hijos, qué tal tu trabajo, qué bien te veo?lo de siempre. Después libro, música, peli, una bolsa de doritos y ya estabas en casa. (Viva la alta velocidad española, limpia y llena de gente limpia no como en otros países vecinos y no miro a nadie...)
Los de "provincias" que vivís en Madrid me entenderéis. Ese gusanillo de bajar del tren y llegar a tu casa con ese olor tan característico, dormir en tu cama, despertar y pensar qué bien se vive aquí sin atascos y pudiendo ir andando a todas partes?ya sabéis a lo que me refiero?
Y después viene lo que todos ya conocéis, reuniones familiares, cenas de amigos, compras de última hora con tu padre, luego con tu madre, luego con tu hermano, infinitos luegos. Desayunos interminables, comidas que acaban en merienda?y luego en cena? Salir de pinchos con tus amigos, a los que no ves desde hace meses, porque cada uno vive en una punta del mundo, o de España. Tomarte un pincho de foie en lo viejo abarrotado de gente y pensar que es el mejor momento del año.
Nosotros hemos cambiado la ciudad, el país, el tren y alguna cosa más. Reconozco echar de menos esos momentos de "estrés" pre-navideño y si me apuráis, hasta los atascos de Madrid (sé que me arrepentiré de esto). Uno siempre quiere lo que no tiene. Pero algo no ha cambiado; seguimos haciendo la maleta a última hora.
Sigo pensando que la forma de hacer la maleta representa nuestro espíritu y forma de ser, nuestras fobias y partes más ocultas (un tema para investigar a fondo). La hagáis cuando la hagáis, disfrutad. Pensad que es el principio de un viaje lleno de momentos únicos e irrepetibles.
Feliz pre-navidad,
BONNE JOURNÉE!
Fotos: left my heart in Paris
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