La esencia rústica y natural de una casa de playa en Mallorca

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Tranquila, natural, serena… pensada para el disfrute. Así es esa casa de playa en Mallorca en la que pasar las vacaciones puede convertirse en toda una experiencia difícil de olvidar. Está en el Puerto de Pollensa y ha sido reformada para hacer de ella un refugio especial, en el que vivir en contacto permanente con la poderosa naturaleza de la isla. ¿Quieres descubrir sus rincones?

casa de playa en Mallorca
Septiembre es para muchos de nosotros sinónimo de vuelta al cole y a la rutina. Pero para otros, para aquellos que han pasado los meses de verano trabajando al pie del cañón, es su tiempo de vacaciones. El mes perfecto para escapar, cuando los destinos de playa ya han vuelto a la paz tras la vorágine estival. Y para todos aquellos que buscan precisamente eso, la PAZ con mayúsculas, esta casa de playa que vamos a conocer hoy podría ser el refugio perfecto.

No solo porque está ubicada junto al mar, en el idílico Puerto de Pollensa, en la isla de Mallorca, sino porque se esconde del ajetreo del turismo vacacional. Está resguardada, fuera del centro abarrotado de los veraneantes que acuden a la paradisíaca isla. Y eso es un valor en sí mismo.

Una casa de playa en Mallorca lejos del mundanal ruido

Lo mejor de esta casa mallorquina no son sus tranquilos interiores, ni sus muebles rústicos y especiales. Que lo son, y mucho. Lo mejor es la serenidad que se respira en ella, nada más cruzar el umbral de la puerta.

Era una pequeña y vieja casa que se había quedado anticuada. Gracias al constructor Paul Robinson, a la diseñadora Samantha Knight y al estudio de arquitectura NB Arquitectes, el edificio volvió a la vida y se convirtió en la maravilla natural que es hoy esta casa de playa en Mallorca.

Con la intención de multiplicar la luz y la amplitud se apostó por un interior de planta abierta, que hace gala de un concepto diáfano del espacio. Alberga la cocina y la zona de estar. Y establece una comunicación directa con el porche en el que está el comedor.

A la hora de planificar la reforma, Paul Robinson pensó, sobre todo, en el bienestar de los futuros habitantes de esta casa de playa en Mallorca. Se buscó en primer lugar la naturalidad de los espacios, la esencia tranquila y rústica propia de las casas de la isla. El objetivo era conseguir el refugio perfecto para vivir unos días perfectos de vacaciones y desconectar de todo. Si miras las fotos, enseguida te darás cuenta de que lo consiguieron.

Un espacio diáfano

La principal característica que define esta villa es el concepto diáfano y amplio con que se concibió el espacio. Se buscaba la amplitud visual del interior, con una circulación libre y despreocupada. Al no existir tabiques que compartimentaran el espacio, la luz natural fluye con libertad por el interior, inundando todos los rincones.

La estancia principal del interior está estructurada (aunque sin separaciones ni tabiques) en diferentes zonas: un salón, un área de estar, una cocina con isla y un porche abierto al exterior con comedor al aire libre.

A la hora de elegir los materiales, también en este sentido primó la naturalidad, lo auténtico. Se optó por materiales de construcción propios de la isla: madera, fibras vegetales, cemento pulido para poner un toque actual, etc.

Y lo mismo sucedió con el mobiliario, diseñado por Samantha Knight. Con muy buen criterio, ella recurrió a los artesanos locales para la realización de los muebles, que tienen una belleza y una autenticidad fuera de lo común.

El porche, el centro de la vida en la casa

El interior de la casa se conecta de forma natural con el exterior a través de un porche en el que se localiza el comedor. Es el verdadero centro de la vida en esta casa de playa en Mallorca, el lugar perfecto en el que reunirse. Está comunicado de forma directa con el jardín y la piscina.

La gran mesa rústica fue realizada con madera recuperada, y las sillas de mimbre son obra de un artesano mallorquín. Además, destaca en la pared un perchero fabricado con madera de olivo. Los suelos de cemento pulido ponen la nota contemporánea en este ambiente.

Delante del porche, como una promesa de buenos ratos, se abre el jardín. En él abundan los limoneros, las buganvillas y los plataneros. La refrescante piscina es también toda una promesa de felicidad.

El rincón perfecto para el descanso

Sencillo y natural, el dormitorio es el espacio perfecto para descansar y relajarse. El blanco como color dominante, la textura suave de la ropa de cama natural, las vaporosas cortinas blancas… Todo invita al relax.

Y, como foco de interés visual, cuenta con las vistas al jardín y a la piscina. Solo esta maravillosa estampa, y los cojines en azul oscuro y el cabecero estampado, rompen la blancura del espacio.



¿Qué te ha parecido este refugio en Mallorca? ¿Te animas a perderte en él?

Fotos: Johanna Gunnberg.

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