A veces parece más sencillo para entender lo que quería transmitir Pikler, explicando lo que no es. Es decir, poner en posturas al bebé que no es capaz de lograr por sí solo, forzarlo a andar, usar andadores o juguetes y materiales que le hagan estar en posturas por las que puede llegar por sí mismo. En difinitiva acelera su evolución natural de movimiento. ¿Y esto por qué nos ocurre? Porque a veces, como adultos, tendemos a tener prisa o muchas ganas para que consigan llegar a esa meta, o porque creemos que ya deberían estar en ese punto por la edad en la que se encuentran.
Si os fijáis en la cuadrícula, podréis ver el gran abanico de movimiento que tiene que realizar el niño hasta conseguir andar por sí mismo.
¿Eso quiere decir que si no favorecemos el movimiento libre no lo logrará? No. Pero lo que sí que habrá perdido será la oportunidad de llegar a mismo puerto de manera autónoma con todas las ventajas que ello conlleva. Puede parecer muy poético y poco conciso, pero esta manera de respetar y ver la infancia es el principio de criar y ver el mundo de manera distinta.
Hemos perdido completamente la confianza en el niño, en su gran poder de autoconomiciento y autogestión. Evidentemente cada niño es un mundo y no se puede generalizar. Habrá que serán más movidos, más atrevidos, pero sin duda, esa mirada de la que os hablaba unos párrafos más arriba es clave para reeducarnos en el dejar ser. Yo la primera. Tuve que reprimir muchísimas veces cuando veía a la primera subirse por todas partes. Nuestro instinto de protección, a veces, nos juega malas pasadas y con los vigila ahí, no te subas, te vas a caer, eres muy pequeño, está demasiado alto, eso es muy peligroso… sentenciamos y matamos.
Pero hay más, y es que cuando empezamos con esta observación consciente, cuando nos reprimimos el impulso inicial del ¡ten cuidado! nos sorprende ver como ellos mismos se regulan. Podemos ver perfectamente como un bebe de 18 meses se pasará días y días subiendo y bajando únicamente tres escalones del triangulo antes de atreverse a llegar al pico. Y que repetirá una y otra vez esa secuencia hasta que sea capaz de dar la vuelta y bajar por el otro costado. Habrá estudiado cada parte del objeto, cada movimiento de su cuerpo, hasta llegar al momento de verse con el suficiente valor de dar el paso. Por sí mismo.
A menudo el riesgo de caída existe cuando un bebé o un niño está en una postura o posición a la que no ha llegado por sí mismo y que por lo tanto no sabe cómo bajar. También nos podemos encontrar con niños que reclaman y reclaman estar en estas posturas o subir a determinadas estructuras (en parque por ejemplo) porque han experimentado la adrelina de estar allí arriba y quieren volver a sentirlo, pero no pueden hacerlo. El único modo que conocen de llegar hasta allí es a través del adulto. De modo que el niño, no únicamente integra que no es capaz de hacerlo por sí mismo si no que reclamará una y otra vez la presencia del adulto en el juego.
De momento os dejo por aquí el listado del mobiliario que podéis ver en las fotografías de este post, y aquí el enlace directo a la categoría Pikler que han hecho en su web.
Rampa de gateo Pikler
Tarima de gateo Pikler
Triángulo mediano
Triángulo pequeño
Cubo pikler
Triángulo grande
Barra de equilibrio
Además estos días Jugaia está de celebración por su noveno aniversario y tenéis TODA la web al 9% de descuento, así que es una grandísima oportunidad para haceros con un pedacito de este material, actualizar esa cesta de la compra que tenéis en mente para el cumpleaños del peque o adelantar las mismas compras de navidad. ¡Ahí lo dejo! Y si buscáis más ideas o propuesta no os perdáis la categoría del blog de Materiales y Juguetes.