Cuando Elina Vila y Ginés Gorriz visitaron este piso en el Eixample de Barcelona - a la vuelta de la esquina de la Casa Batlló y la Casa Milà de Gaudí - cayeron rendidos a su encanto y lo compraron al acto. La vivienda construida en 1910 tiene unos 90m2 y reúne todos los elementos típicos de la arquitectura del Modernismo catalán: fachada con suntuosos balcones y cargada de motivos ornamentales, altos techos con molduras de yeso ricamente decoradas, ventanales de suelo a techo con porticones de madera y tiradores de porcelana en las puertas. Un pasillo largo, iluminado a través de tres vitrales de colores, distribuye las habitaciones y conecta los espacios de la vivienda. El mosaico hidráulico de origen se recolocó formando dibujos de flores en blanco y gris que se repiten por toda la casa generando una sensación de calma y espacio, algo de lo más inusual en este tipo de viviendas que por lo general presentan un mosaico con patrón diferente en cada estancia.
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