Pero, ¿de qué se trata? Imagina las oficinas modernas de una empresa, con sala de reuniones, espacios abiertos, luz y una decoración elegante ¿Listo? La única diferencia entre este escenario tradicional y el de oficinas compartidas es que en el segundo cada uno de los escritorios es ocupado por profesionales de diferentes rubros que realizan su tarea de forma independiente en este mismo lugar.
Las oficinas compartidas les permiten a las personas que trabajan como freelance acceder a un lugar de trabajo fuera de su hogar con costos mucho más bajos que si tuvieran que alquilar un espacio, comprar muebles y decorarlo. De forma concomitante, los alquileres de estos espacios suelen ser flexibles lo que posibilita la renovación de los mismos a partir del desarrollo de la actividad que cada uno realice.
Si bien el trabajo en el hogar es cómodo y rentable, muchas veces las personas que poseen esta forma de trabajo necesitan pactar reuniones con sus clientes y las oficinas compartidas le brindan un espacio de seriedad y responsabilidad que no suele darse en encuentros en otros lugares, como bares. De igual manera, estos espacios de oficinas compartidas otorgan la posibilidad de ofrecer una dirección fija sin tener que dar la del hogar.
Una de las cuestiones que destacan aquellas personas que ya están trabajando en oficinas compartidas es la sinergia que se produce entre profesionales de diferentes áreas compartiendo un mismo lugar. Acostumbrados a trabajar en soledad y asilados, los freelancers pueden aprovechar de nutrirse de la creatividad e inteligencia de sus compañeros de oficina, además de que en muchos casos terminan realizando emprendimientos conjuntamente coordinando la profesión de cada uno de ellos.
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