Justo acabo de empezar mis vacaciones y ahora que voy a poder pasar todos estos días con mi hija, me ha apetecido escribir sobre el quebradero de cabeza que está siendo para mí la dichosa conciliación. Cuando decidí abrir la tienda, incluso antes de dar el paso definitivo, uno de mis debates internos fue el de cómo iba a compaginar la vida profesional y la familiar, y aún ahora, con TOC TOC ·la shop· en marcha, sigo dándole vueltas al asunto.
El principal problema son nuestros horarios comerciales. El hecho de que se esté poniendo sobre la mesa que España se equipare a otros países europeos, ya es un paso, pero permitidme que sea escéptica al respecto. Cuando me puse a pensar en el horario de la tienda, comparé que hacían las tiendas de alrededor y viendo un poco el comportamiento de la gente, decidí abrir de 10h a 13h por las mañanas, y de 17h a 20.30h por las tardes. Después, y teniendo en cuenta que llevo el negocio yo sola, opté por cerrar un día a la semana, en concreto los lunes, lo que me permite, por un lado, pasar más tiempo con mi hija, y tener un día hábil para hacer gestiones, recados, o ir al médico. Está claro que todas esas cosas en domingo, es complicado llevarlas a cabo.
Hasta que no abrí la tienda, en mayo pasado, he podido hacerme cargo de Gala, con lo que, hasta el momento, no la habíamos llevado la guardería, algo que va a cambiar el curso que viene. Su papá es periodista y por primera vez en mucho tiempo, la próxima temporada tendrá un horario fijo entre semana, así que podremos establecer algún tipo de rutina para organizarnos familiarmente. Es curioso, pero hasta que no tienes hijos, y más en una profesión como la de periodista, la palabra rutina no está en tu vocabulario. Cada día es una aventura, no sabes a qué hora comerás, cuando llegarás a casa, y qué te deparará el día. Eso tiene su parte interesante durante un tiempo, pero llega un momento en la vida en que el orden es necesario.
Imágenes: toc toc vintage
Pero volviendo al tema de la guardería, lo cierto es que me hace cierta gracia eso de que vaya al cole y esté en clase con otros niños, y conociéndola, creo que se lo pasará muy bien. Teniendo en cuenta nuestros horarios de trabajo, la idea es irla a recoger después de comer, que haga la siesta en casa, y durante la tarde, de martes a viernes, esté con sus abuelos. A mí me encantaría podérmela llevar a la tienda pero está en una edad en la que es difícil que sepa estarse quieta (aún no ha cumplido los 2 años). Y es ahí donde vuelvo a tener el dilema. Si cierro la tienda a las 20.30h, significa que llego a casa a las 21h, hora en la que Gala ya tendría que irse a la cama. Su padre no llega hasta las 22h. Y el baño? Y la cena? Se encargan los abuelos? No puede ser. Veo ese panorama a partir de septiembre y me dan ganas de llorar. Así que, mientras no pueda permitirme contratar a alguien que esté en la tienda por las tardes, he decidido cerrar antes, a las 20h, que tampoco es que sea un gran qué, pero al menos esa media hora me podrá permitir cenar con mi hija y acostarla, sin ir atropellada.
En parte, veo cómo funcionan en otros países, y siento cierta envidia. Que los horarios de trabajo y comerciales acaben entre las 18h y las 19h me parece algo imposible de llevar a cabo en nuestro país, puesto que culturalmente no estamos preparados para cenar a las 19.30h o a las 20h, y no sólo eso, habría que cambiar muchas cosas para que consiguiésemos adaptarnos a esa rutina: racionalización de los horarios de trabajo, prime time televisivo, etc.
De todas formas, me niego a aceptar que el sistema me obligue a elegir entre el trabajo o mi familia, y que esta situación me haga sentir culpable, así que mientras las cosas no cambien, disfrutaré de mi trabajo, que no deja de ser mi pasión y algo que me llena muchísimo, y por supuesto, también de mi hija y mi pareja, intentando exprimir al máximo los momentos en los que estemos los 3 juntos. Y vosotros, ¿cómo compagináis vuestra vida profesional y familiar?
* Las fotos corresponden a una miniescapada que hicimos los 3 hace unos días al hotel Can Bassa, en el Empordà. Nos hizo mucha ilusión volver a este hotel, ya que la última vez que lo hicimos, yo estaba embarazada, y sólo me quedaba un mes para dar a luz. Regresar aquí con Gala ha sido especial.