Me encanta viajar. Y la semana pasada pude disfrutar de uno de mis placeres favoritos al escaparme unos días para conocer la hechizante Venecia. Más adelante publicaré una mini guía de la ciudad de los canales, pero antes quiero detenerme en uno de los agradables descubrimientos que me deparó la visita. A 10 minutos de trayecto en vaporetto desde Venecia, se encuentra la isla de Murano, conocida mundialmente por su cristal y sus creaciones de vidrio soplado.
Imágenes: ToC ToC Vintage!
La isla no es que tenga un encanto especial, la verdad, pero es un lugar que vale la pena conocer para entender por qué es tan preciado el cristal de Murano. Y si hay un referente en la fabricación, pero sobretodo en el diseño de objetos de este bello material, es Paolo Venini. Poseer un Venini, ya sea un candelabro, una lámpara o una de sus icónicas botellas, es como tener un tesoro. Son piezas de coleccionista. El sello Venini triunfó a mediados del siglo XX, y en la actualidad, la firma sigue produciendo gracias al talento de jóvenes diseñadores.
Éstas son algunas de sus piezas más reconocibles. Las Bolle, diseñadas en 1966 por Tapio Wirkkala, colaborador de Venini, son todo un icono de elegancia y sofisticación.
Imágenes: Venini
Los relojes de arena son un diseño de 1968. Se trata de una edición limitada bautizada con el nombre de Clessidre, que significa reloj de arena en italiano. Es una pieza única, hecha de vidrio soplado, trabajado artesanalmente.
Creo que cometí una temeridad al preguntar el precio de una de sus piezas cuando la vi en el escaparate de una de las innumerables tiendas de cristal de Murano que hay en la isla. Pero la calidad, el diseño y la originalidad, se paga. Y no, no me lo compré. Demasiado prohibitivo para mi bolsillo. De todas formas, es de aquellos caprichos que no sabría mal poseer.