Vuelta al cole

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Ya llevamos casi una semana de cole, pero entre presentaciones, aclimatación, y la jornada solo de mañana, no siento aún que hayamos vuelto aún a mi tan ansiada rutina. Aunque parándome a pensar, más que rutina,  a mi ansiado orden.

Confieso que la casa está manga por hombro, y aunque durante las semanas que estuve sola en Madrid aproveché las tardes para darle un repaso importante  a la casa, la llegada de los niños ha sido como si los hunos hubieran pasado por aquí.

Hay cierto desbarajuste de ropa. Seguimos teniendo demasiada. Hay desbarajuste de juguetes. Demasiados. Hay desbarajuste de libros, cuentos, cuadernos de verano, miles de hojas pintarrajeadas. En fin hay demasiado de todo, y poco tiempo para dedicarlo a enderezar un poco el rumbo de este barco.

Este año cuento con ayuda, pero aún estamos tratando de remar al mismo ritmo. Llevo demasiados años apañándome yo sola con la ayuda del Santo como para que de la noche a la mañana encuentre mi alma gemela. Pero bueno, tiempo al tiempo. Estamos poniéndonos ambas a prueba.

Como decía en el post anterior, este verano no ha sido un verano cualquiera, y lo he disfrutado a tope, pero con los niños ya en Madrid la cosa cambia, y antes por demasiado calor y ahora porque han bajado las temperaturas, estamos como que no nos encontramos. Ni ellos, ni yo.

Reconozco que me encantaría haber preparado la vuelta al cole como yo misma propuse aquí (pincha, pincha), pero la realidad ha sido otra. Tengo un armario en la entrada que literalmente empujo con el cuerpo para poder cerrarlo. Y encontrar los zapatos de los niños es una auténtica búsqueda del tesoro.

Pero poco a poco sé que volverá a fluir todo. Cada tarde dedico un ratito para tirar y reordenar algún rincón de casa, esos puntos calientes que llama Flylady, eso si, cruzando los dedos para que mis hijos se apiaden de mi y dure un poco más que unos minutos.

El momento tirar-tirar-tirar me sirve para paliar los estragos del estrés que tengo en el trabajo. Así que amigos, aprovechad a tirar si estáis un poco atacados como yo. La recompensa es ver menos basura a tu alrededor, menos cosas, y por tanto una visión más relajada. Ahí es cuando me reconcilio con Marie Kondo.

Así que en esta casa, unos han vuelto al cole y otra, parece que poco a poco también. Seguimos…cogiendo el ritmo.

Besos

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