Frente a los espantosos inmuebles tipo colmena, las casas enterradas o semi enterradas tienen innumerables ventajas de habitabilidad que, a su vez, combaten otros problemas como el derroche energético o el precio de las viviendas, ya que éstas resultan de 3 a 5 veces más económicas.
Volvemos a las cuevas, podríamos decirlo así, pero en realidad es un regreso lleno de confort, tal y como demuestran los numerosos proyectos de arquitectos afamados como Malcolm Wels, Philippe Delage o Antoine Strauss.
Ventajas y desventajas
Si, por un lado, las casas están protegidas por la tierra, también es cierto que exigen excavar de forma intensiva, con lo que ello conlleva de gasto energético y de agresión en el medio ambiente. Pero también ocurre que una vez hechas las viviendas se confunden con el paisaje.
Los inviernos se suavizan en su interior, pues durante el verano absorben el calor y éste va liberándose durante las estaciones frías. Igualmente, en los últimos años se ha avanzado en su aislamiento de la humedad y también permiten ahorrar en calefacción, pues se aprovechan bien las cualidades térmicas de la tierra, cuya temperatura constante ronda los 13° C, según afirman los expertos.
Redondeadas, ideales con sus fachadas verdes, aunque parecen casitas de hobbits no por ello renuncian al hormigón. Sus estructuras lo utilizan en la mayoría de los proyectos, si bien se está intentando mejorar la tecnología de construcción para reducir costos energéticos y finales para el consumidor.
De hecho, las que realiza Binishells California, de Antoine Strauss, son de 3 a 5 veces más baratas que una casa convencional. Sus proyectos incluyen invernaderos para producir calor, tratamiento de aguas, alimentos, incluyendo un jardín privado. La recuperación de las energías de la tierra o placas solares fotovoltaicas proporcionan electricidad, mientras el agua se consigue mediante un sistema de depuración que permite el autoabastecimiento, es decir, nos evita pagar facturas de luz y de agua.
Fuente: Ecología Verde
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