Se trata de un momento ideal para dejarnos llevar por el estilo y el duende que en otros momentos del año no nos atreveríamos. Decoración más íntima y personal que podemos lograr a través de un elemento que además también puede extenderse el resto del año: las velas.
Las posibilidades son enormes. Una idea muy extendida y siempre impactante es emplear velas como centros de mesas. Los recipientes que habitualmente utilizamos para la comida pueden transformarse en originales contenedores de velas con, por ejemplo, piedras o arena en su interior.
El protagonismo de las velas se acentúa cuando las combinamos con elementos naturales. Tierra o plantas crean un conjunto mucho más atractivo, sin necesidad además de que las recluyamos en jardines o terrazas.
En los últimos años las velas aromatizadas han ido ganando enteros. Una opción fantástica para crear un ambiente especial más allá de lo visual, pero que deberemos tomar con cautela para no caer en el exceso. No hay nada peor que una deliciosa cena estropeada por el olor en demasía.
El agua como contenedor es una idea a tener en cuenta. Velas flotantes dan un aspecto natural muy logrado, evocando los atractivos nenúfares de los estanques y ríos.
El mercado es enorme, pero tenemos que ser muy medidos a la hora de comprar y no dejarnos engañar por lo precios. Las velas de esencia pura o de parafina son garantía de buena combustión sin hacer humo negro.
Colocadas estratégicamente, las velas siempre nos proporcionarán el toque de distinción que queremos en nuestro hogar. Una decoración cálida, personal y acogedora.
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Imágenes vía Pinterest