El post de hoy se lo dedico a mi mejor amiga. Ahora la tengo muy cerca, vive en el mismo pueblo que yo, pero su corazón siempre ha estado y estará en el barrio de Chamberí, barrio donde ha vivido con sus padres durante muchos años de su vida y del que se enamoró profundamente. No le quito razón en cuanto a que es una de las zonas con más alma de Madrid, donde conviven pisos señoriales con otros más humildes, mucho comercio del de toda la vida con otros nuevos creados con la revalorización del barrio, anchas avenidas que dan lugar a pequeñas callejuelas llenas de encanto, con todo tipo de servicios. Y lo que es más importante, una zona que a pesar de la vida que tiene y estar en el centro de Madrid, al caer la noche se vuelve silenciosa y te invita al descanso. Desde luego si te lo puedes permitir, es uno de los mejores barrios para vivir, Ana sigue soñando con que algún día volverá a Chamberí.
La vivienda que os traigo hoy fue un flechazo para los propietarios. Se enamoraron de sus altos techos (típico de la zona), sus grandes ventanales que lo inundaban todo de luz, su distribución que ya tenía una obra reciente y habían dejado los espacios abiertos. Para el interiorismo contrataron al Estudio Backsteen que enseguida, supo captar la idea del cliente.
Querían una casa desenfadada, sin demasiados formalismos. El interiorista les propuso crear un oasis dentro de la ciudad como hilo conductor, meter toques exóticos, verdes, plantas, fibras naturales,… la idea gustó y ya desde la entrada se puede plasmado el concepto. Se optó por un mural en blanco y negro, de Rebel Walls, con el fin de no meter color en la pared y poder combinarlo más fácilmente con todo. Siguiendo con la idea de lo exótico, se puso una planta de gran formato que, además, tiene la función de obstaculizar la vista al salón para conseguir cierta intimidad. El banco que completa el recibidor es de Nordal y las lámparas, de Miv Interiores.
Para la zona de estar del salón, querían colores y materiales amables, mezclar pero buscando el equilibrio, de ahí que encontremos verdes, fibras y latón. El sofá y las mesas de centro son de The Sofa Company, los cojines de Zara Home y Nordal, la mesa auxiliar en esquina de Le Petit Florilège, las lámparas de fibras son de La Redoute y la de cristal, de Petite Lily. La colorida alfombra que unifica el conjunto, es de Kilombo Home.
Desde la zona de estar se puede ver toda la planta abierta, el comedor y la cocina. Una distribución óptima para aquellos, que como los propietarios, les gusta cocinar, recibir amigos, etc. y estar presente en las conversaciones. En cuanto he visto el comedor, sabía que las sillas eran de Calma Chechu, son únicas e inconfundibles. Se han tapizado con terciopelo de Güell Lamadrid y las de la cabecera, con tela de motivos tropicales de la misma firma. La mesa es de Tabolo (no me convence mucho la verdad, no sé si me falta sobre, o me sobran patas, es una cuestión de proporción no de diseño, pero vaya que es mi opinión). La lámpara la encontramos en Thai Natura.
El dormitorio lo percibimos como un espacio vestido, lleno de texturas. Tonalidades grises, blancas y cremas que lo que lo convierten en un refugio, al que complementaron con arte, de la plataforma Programa Taide. La ropa de cama al igual que la del baño es de Zara Home, lavabo de Roca.
¿Qué os ha parecido este oasis en medio de la ciudad? Sin duda, la situación es completamente envidiable, la luz y la distribución también y de la decoración, creo que pocas cosas cambiaría.
Imágenes: Nuria Serrano para Mi Casa Revista