Hoy quisiera traer a la palestra un tema que a muchas nos resulta un tanto complicado: las reparaciones en el automóvil. Hasta ahora era tema vedado para nosotras, algo así como una especie de Nirvana para hombres que, pertrechados de herramientas a cual más específica y horrible, tenían sobre nosotras cierta preponderancia en este campo… Hasta que al fin la Red de redes nos ha abierto la posibilidad de ver tutoriales, de leer manuales y de conseguir, con un poco de práctica, el hacer por nosotras mismas lo que antes nos hacían.
Quisiera además contaros mi experiencia para que veáis que tal cuestión no es complicada. Hará como un mes o así tuve un pequeño despiste y el coche chocó contra un muro. No iba demasiado rápido y, por tanto, la cosa no pasó a mayores (ni siquiera saltó el airbag), pero de lo que no cabía duda es de que el impacto me provocó algunos daños superficiales que tenía que reparar. Y para ello me propuse dos acciones: por un lado recurrir a una empresa profesional que me hiciera unos retoques en la chapa y en la pintura; por el otro, tantear el mercado de las piezas de desguace y adquirir un faro y un intermitente. De esta manera podría ahorrarme la mano de obra del taller y, sobre todo, me demostraría a mí misma (y a mi pareja) que sé hacer todo sin necesidad de supervisión masculina. Incluso aquello a lo que nunca me había enfrentado…
Bien, como os iba diciendo contacté con una página que había en Internet y adquirí unos faros de segunda mano, bien reparados y dispuestos a ser instalados en mi coche. Mientras esperaba a que llegase el pedido me puse a revisar algunos tutoriales en forma de vídeo, me descargué un manual en PDF de cómo debían ir instalados los tornillos y las conexiones y me leí algunos consejos que encontré en una Web sobre cómo instalar un faro nuevo y, sobre todo, cómo reciclar algunos componentes del antiguo.
¿Resultado? Me compré un faro de ocasión bastante barato que sigue funcionando de maravilla, que me hizo ahorrar bastante dinero, que ha supuesto un respiro para mis recursos (que no están muy boyantes)… y que ha sido la mejor manera de conseguir, al fin, un poco de operatividad en unos momentos en los que la necesitaba.
Pero el mayor logro de haber adquirido por mí misma esta pieza es, sin duda alguna, la alegría que me ha proporcionado comprobar que puedo reparar el coche sin necesidad de que un juego cromosomático XY tenga que venir, con gesto de suficiencia, a demostrar que sabe manejar un juego de llaves de nombre impronunciable delante de mi jeta.
Os animo a todas a demostrar vuestras habilidades en el campo del motor.