Decoración indiana

Recuerdos de La Habana

El edificio de Casa Doñano ha cumplido un siglo. Esta construcción está situada en la aldea de Vilela, en Ribadeo, entre Asturias y Lugo. En la actualidad, este establecimiento dedicado al turismo rural pertenece a María Rosa Fisas que, aunque no se dedica profesionalmente a la decoración, ha hecho de cada estancia de la casa un rincón sereno y elegante que hace que sus clientes se sientan como en su propio hogar.

 

Casa Doñano fue construida en el 1907 por un indiano, Jesús Millares, un emigrante gallego que con 16 años se marchó a América y, tras hacer fortuna en el negocio del carbón en La Habana, regresó a su pueblo y mandó levantar este edificio al que cada año volvía para vivir un mes en él. Por esta razón a él le llamaban Don-ano (del gallego Don -dueño- y Ano -año-) lo que acabaría transformándose en el nombre de la casa, Doñano, que hoy sirve de descanso a turistas y huéspedes que tratan de llegar a Santiago de Compostela por el Camino del Norte.

 

María Rosa vive en el ático del edificio porque le gusta estar cerca de sus huéspedes y que no les falte de nada. Ha pretendido que la decoración de la casa sea dinámica, por eso cada temporada podemos ver que los muebles y los textiles varían, ya que ella es una ávida coleccionista de piezas de todo tipo que guarda para sacar a la luz cuando cambia la decoración. Así, cada año que pasemos por Casa Doñano, nos parecerá estar en un sitio alegre y renovado, pero respetando siempre un marcado aire colonial.

El cuarto llamado ‘El Cubano’ se ha pintado en un suave azul pastel. Los muebles de madera oscura han sido combinados cuidadosamente con otros de color blanco, como la pequeña mesita auxiliar en el rincón de lectura. El rústico farol que ilumina la estancia bajo las vigas de madera y las cortinas de hilo blanco nos acercan a la Cuba de Millares.

En ‘La Cuadrita’ se guardaban antaño los terneros más jóvenes para separarlos del resto del ganado. En la actualidad el cuarto se ha decorado de manera sobria y elegante. En él se mezclan muebles de distintos estilos y épocas y destaca sobre todo el conjunto una bonita pintura con motivos coloniales y llena de colorido.

Este cuarto recuerda al muelle que el indiano volvió a pisar en su retorno a Galicia. Lo más llamativo del cuarto ‘El Cargadero’ es el colorido de la colcha que se ha colocado sobre las camas. En vez de cabecero se ha dispuesto una pintura con motivos africanos y en colores rojos y negros, alegrando la estancia de manera muy simple.

La decoración de los cuartos de baño también ha sido cuidadosamente elegida. En el cuarto de aseo de ‘El Cubano’ se mantienen los tonos azules que ya vimos en la habitación. Los muebles seleccionados son una combinación de maderas en los tonos blanco y cerezo.

‘El Vedado’ recibe su nombre del barrio de La Habana donde residía el indiano, conocido por su armonía arquitectónica. También el cuarto hace honor a su nombre, pintado en un suave verde. La cama es de forja en forma de pavo real y destaca por el contraste entre el inmaculado color de los textiles y el colorido de cojines y cuadros.

A su vuelta de Cuba, el indiano trajo con él una bella muchacha a la que naturalmente los habitantes de Vilela llamaron ‘La Mulata’ a la que este cuarto honra con su recuerdo. Se ha decorado en color lila muy suave, algo que contrasta con el colorido de su colcha floreada. El cabecero de la cama se ha labrado con pequeñas flores incrustadas.

El cuarto de aseo de ‘El Malecón’ se ha decorado con porcelana amarilla y blanca dándole un aire muy alegre e informal. Los muebles elegidos para éste se han decorado en blanco envejecido. Un pequeño y discreto foco de cristal opaco se ha colgado como lámpara.

Esta habitación, que recuerda el mítico paseo de La Habana denominado ‘El Malecón’, es la más étnica en cuanto a decoración. Una enorme pieza de madera labrada se ha colocado sobre la pared a modo de cabecero. Sobre las distintas mesillas, una alta y otra un pequeño baúl de madera tallada, se han colocado sendas lámparas de papel.

La alcoba ‘La Habanera’ se ha pintado en un delicado salmón. Llama la atención su alto cabecero tipo retablo tallado en madera. A juego, un pequeño armario al fondo del cuarto recoge en su parte superior un bonito ramo de hortensias del jardín que se han secado. Un lugar ideal para escuchar la melodía de las nostálgicas habaneras.

‘El Sobraro’ hace referencia al desván. De hecho, ésta es la parte alta de la casa que podría corresponder a una buhardilla. Esta amplia estancia tiene varias zonas, como la del escritorio o la de la salita de estar en tonos pastel. A los pies de la cama, una gran alfombra hace juego con la pintura de estilo Rivera que se ha colocado sobre las butacas.

Al llegar a Casa Doñano, la recepción ya nos ofrece una pincelada de arte para recoger las llaves de las habitaciones. Junto a una antigua mesa de escritorio en madera oscura se ha buscado una pareja de sillas de diseño que están fabricadas en forja de color caoba.

El restaurante no sólo se usa como lugar para cenar, desayunar o comer, sino que además Rosa María organiza a menudo catas de vino y aceite. La decoración de este lugar se ha cuidado mucho. Para la pared se ha mantenido la piedra y las lámparas son halógenos de estilo minimalista.

La cocina que habitualmente tenían las casas gallegas se ha reconstruido. Destaca la suavidad de la luz indirecta, colocada en un rincón con una moderna lámpara muy pop, así como el colorido de los cojines de bordado lagarterano colocados sobre el banco de madera antigua. Un simpático perrito escocés de color negro vigila el conjunto.

Para aquellos a los que les guste la lectura, María Rosa ha decorado en la primera planta de la casa un cuarto dedicado a ejercer de biblioteca. Hay carta de libros, así que es posible disfrutar del placer de la lectura en cómodas butacas tapizadas. Además, se ha colocado un telescopio desde el que contemplar la luna.

Si hay algo que distingue la decoración de esta casa es la manera de vestir los pequeños rincones, en especial aquellos que dan acceso al exterior de la casa y en los que abundan las flores. En apariencia, da la sensación de que son insignificantes detalles, pero que hacen que al salir de Casa Doñano siempre quieras volver.

En la ‘Cuadra del fuego’ está la chimenea. Su calor y el rojo aterciopelado de los sofás que se enfrentan a ella animan las noches de invierno en Casa Doñano. Para los complementos como lámparas, mesitas y alzapaños de las cortinas, se ha usado la forja, el calor del fuego y el frío del metal en una misma estancia.

En esta zona se sirven los desayunos y las cenas en invierno. Dos enormes cuadros al más puro estilo Botero presiden la habitación. Destaca de todos estos salones el suelo en pizarra gallega; limpio, elegante y fácil de combinar con el resto del mobiliario. Una coqueta lámpara de madroños de marfil da luz al salón.

La parte de debajo de Casa Doñano se divide en una serie de salones comunicados a través de puertas a modo de vanos en los gruesos muros de piedra. La ‘Cuadra de en medio’ es un ejemplo: se ha decorado con sillones en cuadros blancos y amarillos y un mesa de cristal en el centro. Las lámparas contrastan con el conjunto.

Todos los salones de la casa se comunican entre sí. Unas pequeñas hendiduras de la pared, que servían para dar de comer a los animales, se han mantenido en la estructura de la parte de Casa Doñano. A modo de repisas, sirven ahora para colocar todo tipo de elementos decorativos: jarrones, búcaros o una caja de hacer manteca.

Todos los estilos tienen cabida en Casa Doñano. Junto a lo más rústico de la casa, como las vigas de madera y las pequeñas ventanas, María Rosa se ha propuesto darle un toque ecléctico a la decoración de su casa. Este aparador con un par de figuras tailandesas es una buena muestra de este gusto por los estilos contrapuestos.

Alrededor del edificio no faltan nunca las flores de todos los colores. Una cuidada escalera con barandillas de madera da acceso desde el camino. Al lado de la casa, el hórreo. Para él, además de ser el lugar donde se venden las cosas de su tienda,María Rosa tiene un proyecto con el que éste se convertiría en una original galería de arte.

El jardín también cambia su decoración dependiendo de la época del año. Así, el vergel con mesas de forja nos deja ver con la luz del día una antigua bicicleta que se quedó allí apoyada y ha ido envejeciendo con el paso de los años. Las hortensias que se secan para adornar los cestos de la casa perfuman el jardín al anochecer.

Si llegas a Casa Doñano de noche, te dará la bienvenida un romántico conjunto de sillones en forja y con tapizado en loneta granate. Una especie de sala de estar al aire libre que se ha colocado en el jardín, completándose con luces indirectas y un reservado entre la hierba, ideal para una cita nocturna.

También de noche resulta muy agradable tomarse un café en el patio trasero de la casa. Allí se encuentra el acceso a la zona del restaurante. Una pequeña terraza con mesas y sillas en madera y mimbre pueden dar lugar a largas veladas en las noches de verano de la mariña lucense.

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