Probamos con todos los papeles que teníamos en el taller y ninguno nos convencía... Queríamos algo que fuera atemporal y que le diera un toque más romántico y vintage. Por fin, recordamos el libro con el que transformamos esta maleta, y con las páginas del mismo y cola diluida en agua, comenzamos a trabajar.
No necesitamos desmontar las baldas, pues había suficiente holgura entre éstas y el panel del fondo para pasar las hojas. Una buena capa de cola sobre la madera y a pegar con cuidadito y paciencia para dejarlas bien alineadas y sin arrugas.
Una vez todas puestas, otra capa de cola para proteger ¡y listo!
En casa ha encantado a todos... Un sutil cambio que aporta luminosidad y carácter a nuestro mueble.
¿Y a vosotr@s, os gusta la idea? Pues para ver y compartir muchas más, nos vamos con Marcela y sus findes frugales. ¡Allí nos vemos!
¡Feliz fin de semana!