Tengo muy pocos recuerdos de esa bodega, yo era muy pequeña, pero sí tengo imágenes en mi memoria de cómo era.
Recuerdo un sitio enorme, con una chimenea al fondo, un soberao y una falsa pared de barriles de vino que separaba los dos salones. Hierros de ganadería en la pared, botellas de sifón, cántaras de vino de cinc y un camarero que se llamaba Doroteo. Mesas vestidas con manteles de cuadros rojos y azules y taburetes bajos.
De aquello hace ya mucho tiempo pero en casa se conservan ciertas cosas: las cántaras de cinc, parte de la vajilla de alumio, algún mantel y un taburete parte del mobiliario que hizo mi abuelo materno, carpintero de prestigio del que dicen he heredado el gusto por el olor a madera..
Si os soy sincera, no tengo recuerdos de ese taburete como parte de la bodega, pero sí ha formado parte de toda mi vida.
Siempre lo he visto en casa. Un taburete es un mueble auxiliar que sirve para casi todo: subirse cuando no es necesaria la escalera, sentarse, mesa para jugar y sobre todo, ha resultado muy práctico para la costura de la tita Lola.
Siempre la he visto cosiendo con ese taburete delante de ella. Encima colocaba el costurero (caja de lata de colacao, por supuesto) y apoyaba el pie sobre él. Postura cómoda para coser y pedestal idóneo donde me hacía subirme para redondear los dobladillos: “da una vueltecita….despacito”.
Pero el tiempo pasa para todos y para todo. La tita ya no cose como antes mi ropa, ya no me redondea los dobladillos y el taburete perdió su fuerza y subirse en él se convirtió en algo “poco aconsejable”.
Pero seguía en casa, debajo de una mesa esperando…esperándome.
Aparte de llevarme cosas al taller, hay ocasiones en que restauro cosas en casa previa promesa de que no levantaré mucho polvo ni suciedad….a veces. Así que un verano de aburrimiento me decidí a restaurarlo. Volvería a ser útil.
Cuando durante mucho tiempo tienes un mueble en casa, aunque sepas que está deteriorado, no aprecias los múltiples daños que tiene hasta que lo examinas detenidamente. Así estaba el taburete:
Daños: pintura gastada, agarre casi inexistente entre las piezas, una pata podrida en su base y otra sujeta por escuadra porque se rompió su pieza de encaje…Bueno, por lo menos no tenía carcoma. Empezaremos desmontando.
Numeré cada pieza para posteriormente encajarlas en el mismo sitio ya que la madera con el tiempo se vuelve caprichosa y no quiere ni permite cambiar de posición. Pues vamos a ponernos los guantes y a decapar.
La parte fácil ya estaba hecha. Ahora tocaba pararse a pensar y decidir cómo solucionar lo que estaba roto. Personalmente siempre procuro dejar como última opción la solución de sustituir piezas rotas por otras nuevas. Había dos patas en un pésimo estado. Una estaba hueca en su base y otra había perdido la pieza de encaje. Sustituirla y remendarla con escuadras podía ser la solución más lógica y rápida pero podía probar con otra cosa.
A ver Gema,…si las galerías huecas que hace la carcoma se rellenan con palillos de dientes, podría intentar rellenar este hueco más grande con palillos…de brochetas…por que no?.Dicho y hecho. Encolé generosamente el hueco, fui introduciendo palillos de brochetas hasta el tope, dejé secar y corté con una segueta, rellené con pasta hasta lograr la forma de la pata y lijé.
Fuerte y visualmente perfecta. Ahora tocaba solucionar la otra pata.
Tenía rota su pieza de encaje y la solución de colocarle una escuadra metálica no me convencía. Y si la mantengo unida con pasta adhesiva, le hago un par de taladros que atraviesen las dos piezas y le introduzco unos tubillones?…Podría resultar…y sí, resultó.
Ya estaba sana y fuerte. Ahora tocaba montarla encolando cada pieza y decidir que “vestimenta” ponerle.
En el taller había visto una técnica que me apeteció usar aquí. Consiste en utilizar pintura al agua muy diluida y antes de que se seque pasarle un paño húmedo para retirar el sobrante. Esto hace resaltar las vetas y con un posterior lijado da la sensación de que la veta queda limpia, sin pintura. Mirad la diferencia. Esto es antes de pasarle el paño:
No hemos hablado del color pero si estáis acostumbrados a leerme, ya me conocéis un poco. Estas son después de quitar el sobrante y posterior lijado.
Queda únicamente pulirla con cera. Protege, hidrata y acentúa el color.
Ya no forma parte de una bodega, no sujeta costureros ni sirve de pedestal para una niña a la que hay que ir sacándole dobladillos porque crece cada año….pero hoy sigue luciendo orgulloso de su pasado y dispuesto a ser pedestal, soporte y testigo de esta familia que nunca dejó que se cayera.