Inspirada en un granero, esta construcción que se desarrolla en una única planta, se encuentra en una colina con vistas a una presa. En su entorno rural no existe ninguna red de suministro, por lo que ella sola se autoabastece, llegando a ser ganadora de un premio de arquitectura sostenible.
La madera es el material por excelencia en esta vivienda, tanto en el exterior como en el interior, donde un gran muro con piezas cuadradas y con un acabado natural y rústico preside el salón acaparando toda nuestra atención. En el interior abundan los tonos oscuros de manera intencionada, consiguiendo así intensificar las vistas hacia el exterior. Entre todos ellos destaca un pequeño toque amarillo cálido en la isla de la cocina, que contrasta con esa amplia gama de oscuros del resto de la vivienda. El exterior, también revestido de madera, tiene una fuerte componenete simétrica, aunque su equilibro se rompe con la situación de algunas ventanas y puertas, que se han emplazado según criterios de accesibilidad y funcionalidad, y también para maximizar las vistas hacia el paisaje.
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