Los desvanes son lugares alucinantes. Últimamente me he aficionado a rescatar algún que otro objeto olvidado entre polvo y demás cachivaches. El último que he recuperado es una vieja guitarra española. Le falta una cuerda y la verdad, en casa nadie sabemos tocarla, pero estoy pensando en repararla y esperar a que algún invitado con nociones musicales interprete alguna melodía. Cuando la traje, no sabía muy bien qué hace con ella. Quería que formase parte de la decoración pero no tenía claro donde colocarla. Así que durante un tiempo la dejé apoyada en el suelo y dejé que pasaran los días hasta que decidiera cuál sería su sitio.
Imágenes: 1 · 2 · 3 · 4 · 5 · 6 · 7 · 8 · 9
Finalmente, un día, de repente, opté por colgarla en la pared de un pasillo abierto que da a la cocina y donde recibe bastante luz. Cada día cuando preparo la comida o me hago el desayuno, la veo y he de decir que me gusta observarla y que me transmite buena energía. La guitarra en cuestión se la regaló un familiar a mi pareja cuando era pequeño y desde hacía mucho tiempo estaba guardada en el desván de casa de mis suegros.
Integrar algún instrumento dentro de la decoración es una tendencia en la que me ido fijando y por la que me he ido sintiendo cada vez más atraída. Una guitarra o un piano son elementos que consiguen aportar un aire bohemio, y dentro de ese estilo, refuerzan conceptos como creatividad o sensibilidad. La música siempre me ha parecido una de las disciplinas más imprescindibles dentro del mundo del arte, y en mi caso particular, difícilmente podría vivir sin ella. La música es evocadora, despierta nuestras emociones, y en definitiva, nos remueve el espíritu. A lo mejor, me da un punto y me apunto a un curso de guitarra. Os mantendré informados.