Una gran ventaja de la zona son sus estrechas calles en las que es difícil aparcar el coche, por lo que la mayoría de los residentes usan la bicicleta durante todo el año. Un maravilloso solado de madera en espiga con altos techos rematados en cenefa clásica que le aportan ese punto de historia al conjunto. La belleza del espacio consiste en respetar algunas de sus peculiariades y características originales adaptadas a sus necesidades como la carpintería exterior o las dos chimeneas, pero eliminando los tabiques separadores de ambientes y convirtiéndolo en un espacio diáfano, abierto y comunicado visualmente. Su propietario Gabriel, nació en el seno de una familia de anticuarios y al haber crecido rodeado de mobiliario clásico y obras de arte, desarrolla una sensibilidad estética que le hace sentir una debilidad por las antigüedades y dedicarse al paisajismo y a la historia de la arquitectura, y su casa es un fiel reflejo de todo ello.
Un increíble edificio abandonado y transformado en una oficina diáfana que consigue enamorar a un neoyorquino aficionado a las antigüedades y el arte, quien ha sabido convertirlo en un loft contemporáneo absolutamente exquisito y adaptarlo al siglo XXI sin restarle ni una pizca de esa personalidad que sólo puede adquirirse tras siglos de historia.
¡Feliz día a todos!
Fotografías [] Joel Ekman
Fuente: The Village
VirlovaStyle
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