Está claro que es una vivienda cargada de esencia y grandes contrastes. El tono más shabby incluso brocante, se alía con las líneas rectas para dejar sitio a muebles más contemporáneos como las sillas del salón. El color blanco preside toda la casa unificando los espacios y dando paso a la particular decoración que le gusta a la diseñadora.
Sin duda una casa aparentemente sencilla pero llena de rasgos muy personales y sin miedo a apostar por el eclectismo que está latente en cualquier estancia. La frescura que se consigue con los materiales del pavimento, le quita peso a la decoración más recargada dejando un cusioso conjunto pero muy femenino y encantador.
Fotografía Alessandra Lanniello