Hoy es el día de la catañada en Catalunya, noche de comer panellets, castañas asadas y boniatos, todo regado con moscatell, pero como siempre hay algún niño que no le gusta incluyo en la bandeja algún bombón y gominola en forma de calabaza para disfrute de los pequeños.
Sí, los panellets los he hecho yo, es el primer año que los hago sola porque en los últimos años se había encargado mi madre, pero es hora del relevo.
Guardo con cariño el recuerdo de mi infancia cuando con mi abuela y mi madre hacíamos la masa y luego se apuntaban mi abuelo, mi padre y hermano a hacer, en familia, las bolitas de los panellets.
Y ésta es la tradición que quiero transmitir a mis hijos, en familia vivir estos momentos tan entrañables.
Este año he diseñado unos toppers para decorar nuestros panellets y os los dejo por si los queréis utilizar, están en catalán porque al ser un tradición de aquí he supuesto que sólo lo van a utilizar quienes sean de Catalunya.
Y si queréis saber más de cómo se originó esta tradición os dejo dos historias.
PRIMERA HISTORIA
En la Edad Media y para recordar a todos vecinos la necesidad de rezar por los difuntos, durante la noche de todos los santos se tocaban las campanas de todas las parroquias y conventos, de tal suerte que el campanero necesitaba de un gran aporte de energía para recuperarse del esfuerzo.
Al ser la castaña el fruto mas abundante del otoño, se recuperaban del cansancio con castañas y pequeños tragos de vino blanco, para hacerlas más pasaderas. Como el número de campanarios era muy elevado en aquellos tiempos y al campanero se iban añadiendo las personas y familiares más allegados, en un afán de querer compartir con él sus penas y también sus gozos, finalmente todos acababan comiendo castañas y bebiendo vino.
Mas adelante, en los pueblos, por la tarde todos los hombres se dedicaban a recoger castañas, boniatos y leña, las mujeres hacían pastelitos parecidos a los actuales panellets (unos pastelitos hechos a base de almendra molida y azúcar) y al llegar la noche se reunían todos alrededor del fuego comiéndose las castañas y los boniatos asados a la leña y los pastelitos que habían traído las mujeres y así celebraban el final de la recolecta y rezaban por los difuntos.
También existía la tradición de que los niños tenían que dejar castañas escondidas en algún rincón de la casa para que, por la noche, las almas de los que faltaban vinieran a recogerlas y se las cambiaran por panellets o membrillo (dependiendo de la zona).
A finales del siglo XVIII la costumbre se había extendido de tal manera que la castaña pasa a ser un elemento de comercio y entonces hace su aparición la figura de las castañeras, mujeres que asan las castañas al fuego y las venden en puestos callejeros.
De aquí la costumbre que en Cataluña, se celebre la noche de todos los santos comiendo castañas, regadas con vino dulce y panellets.
SEGUNDA HISTORIA
Antiguamente, después de cenar, se celebraba la castañada, comida familiar dedicada a los muertos y que era recuerdo de las antiguas comidas funerarias. Se hacía la cena habitual y seguidamente se comían las castañas asadas al fuego del hogar, así como los panellets u otros dulces propios del día, y se bebía vino que tenía que ser dulce o blanco. Las castañas se abocaban encima de la mesa y todo el mundo iba cogiendo a su discreción.
Esta costumbre de comer castañas (que por otro lado es el fruto típico de la estación junto con otros frutos secos: almendras, avellanas…), se complementa con la de consumir un tubérculo parecido a la batata: el boniato. Poco a poco hará su aparición uno de los personajes más carismáticos y entrañables de esta época: la castañera.
Bona castanyada!