Este dilema es uno de los principales factores que marcan el desarrollo de nuestra personalidad ya que, por un lado, nos comportamos como los demás miembros del grupo al que queremos pertenecer y, por otro, intentamos diferenciarnos del resto destacando nuestros rasgos característicos y peculiaridades.
Reno de cartón / Jardín vertical / Sillón restaurado / Bandeja desayuno
Este comportamiento puede observarse en todos los ámbitos de la vida, incluso en la decoración. Nuestro sentido del gusto viene determinado por las tendencias decorativas que observamos e intentamos imitar, pero por otra parte deseamos expresar nuestra propia personalidad gracias a elementos diferenciales. Vaya, que todxs queremos tener en casa el carrito Raskog turquesa de Ikea, pero cada unx lo decoraría a su modo, ¿verdad?
Sin embargo, nuestro nuevo estilo de vida, asociado al desarrollo tecnológico, está cambiando este equilibrio entre la necesidad de asociación con el grupo y la reivindicación del "yo". De repente, el grupo nos invade hasta el punto de que nos resulta complicado estar realmente a solas (si no estamos en el trabajo, en el gimnasio o conectadxs, el continuo pitido del whatsapp nos impide desconectar recordándonos que siempre hay alguien ahí), así que salir de la producción en serie, distinguirnos de los demás y recuperar nuestro espacio íntimo se ha convertido en una necesidad que pesa más que en ningún otro momento de la historia.
Y aquí es donde entra en juego la tendencia DIY.
Mesa de palets / Globo de papel / Salvamanteles de corcho / Maleta-mueble
Estamos saturadxs de tecnología. Estamos cansadxs de comprar alimentos procesados, packs de salones completos por catálogo, ropa que todxs llevan. De lo efímero, del usar y tirar, del plástico y los objetos sin alma. Por eso creo que está en auge el movimiento DIY, pues se trata de una manera de salirnos de la cadena de producción para volver, aunque sólo sea con pequeños detalles, a concederle importancia a lo que nosotrxs mismxs creamos y nos hace diferentes, a lo natural, lo tradicional, lo imperfecto, y de paso, concedernos algunas migajas de tiempo para reencontrarnos con nosotrxs mismxs.
Hace poco leí -lo siento, no recuerdo dónde- que como consecuencia del abuso de tecnología estamos perdiendo la capacidad de aburrirnos y eso no es sano. Nuestra mente necesita desconectar de vez en cuando porque precisamente esos momentos de inactividad son los que impulsan el pensamiento creativo. Si mientras hacemos un trayecto en bus nos dedicamos simplemente a esperar, nuestra mente se pierde en un tipo de pensamiento menos práctico del habitual, despertando, en muchas ocasiones, la chispa de la creatividad. Ahora bien, si aprovechamos esos minutos para revisar el twitter o llamar a alguien, nuestro cerebro pierde esa capacidad de "aburrirse". Pero nosotrxs no. Porque nos gusta crear. Aprender a hacer cosas diferentes, adquirir habilidades aprendiendo procedimientos que, en la actualidad, corren el riesgo de pasar al olvido ya que en la práctica no son realmente necesarias. Es decir, que en teoría no nos hace falta saber coser, cocinar o restaurar un mueble porque lo normal en nuestra época es comprarlo todo hecho. Sin embargo, hacerlo nos resulta placentero pues en cierto sentido implica recuperar habilidades perdidas y desarrollar nuestra creatividad natural.
Mousse de turrón / Espaguetis picantones / Salmón en papillote / Magdalenas de naranja
Hoy preferimos las magdalenas caseras, aunque algunas veces nos salgan un poco secas, las mantas tejidas, aunque sean imperfectas, los muebles recuperados y con historia, a pesar de que estén deteriorados.
Valoramos lo hecho a mano, lo artesanal y lo antiguo, y preferimos reciclar o elegir materiales respetuosos con el medio ambiente, quizás porque necesitamos parar un poco el ritmo frenético y antinatura al que nos está llevando la sociedad consumista en la que vivimos, porque nuestro cuerpo nos pide frenar y tomarnos un tiempo en construir objetos hermosos con nuestras propias manos, sin prisas y disfrutando del momento, con las que crear un hogar peculiar y especial que, de alguna manera, proclame al mundo quienes somos.
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