Ya hace varios días que finalizó el verano, pero algunos nos resistimos a decirle adiós. De hecho, la semana pasada le dimos ya la bienvenida al octubre y no se me ocurrió una mejor manera de inaugurar el mes y la nueva estación, que yéndome a pasar el día a Cadaqués. Este pueblecito de la Costa Brava es uno de esos lugares con un encanto único. Su edifico más emblemático es La Casa Blaua, joya del modernismo catalán, y que se muestra imponente en pleno paseo marítimo.
He aquí un ejemplo más de mi obsesión por fotografiar puertas, algo que ya os conté recientemente en el post Toc toc!.
Es una gozada pasear bordeando la playa, pero sobretodo adentrándose en las estrechas calles empinadas y empedradas, no aptas para tacones, por supuesto. En Cadaqués te puedes volver loco admirando sus tiendecitas, galerías de arte, venta de artesanía y antigüedades, y sus espléndidos restaurantes de entre los que elegí Compartir, y no pude acabar más entusiasmada. Me di un homenaje en toda regla con un delicioso arroz caldoso con bogavante, para requetechuparse los dedos.
Fuente imágenes: TocTocVintage!
Las tonalidades de azul de Cadaqués son una maravilla, verdad? Afortunadamente, tuve suerte de pillar un día soleado a pesar de que los nubarrones amenazaban a lo lejos… No hace falta que resalte que se trata de una visita obligada si os dejáis caer por la zona. El genio del surrealismo Salvador Dalí dejó aquí su huella en los años en los que vivió en este rincón del Mediterráneo, fuente de su inspiración y desde dónde hoy lo sigue admirando plácidamente.
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