Desde el punto de vista espiritual es un centro energético de equilibrio y purificación que ayuda a transformar el entorno y la mente de quien medita en ellos.
En la cultura occidental fue Carl G. Jung, uno de los padres de la psicología, quien los utilizó en terapias psiquiátricas con el objetivo de alcanzar la búsqueda de individualidad en los seres humanos.
Jung solía interpretar sus sueños dibujando un mandala diariamente.
Crear mandalas y meditar en ellos es un poderoso instrumento que potencia la creatividad, expande la conciencia y nos reconecta con nuestro Ser. Además nos ayuda a mejorar la comunicación con el mundo y nos permite desarrollar la auto-aceptación y la auto-observación de una manera natural e intuitiva. Nos centra, nos armoniza, nos hace sentir paz y bienestar.
Quien realiza o medita sobre un mandala, comienza a descubrir y a comprender que cada parte del mandala forma parte de un todo y que cada parte del universo forma parte de uno mismo. Descubre en definitiva, la unidad de la que hablan todos los grandes seres espirituales, el verdadero significado de "todo es uno".
Así que acá está mi mandala, realizado íntegramente en quilling.