Las mesillas de noche sirven para guardar los objetos más íntimos. Generalmente están compuestas de cajones en los que se pueden guardar pequeños enseres y prendas de ropa interior. Pero no podemos olvidar que en la habitación, estas pequeñas piezas hacen una función imprescindible: son la mesa auxiliar perfecta a la que tenemos acceso desde la cama.
En ellas podemos dejar objetos muy necesarios a la hora de acostarse, levantarse o para cuando nos desvelamos: gafas, medicamentos, un vaso de agua, pañuelos... Los que disfrutan leyendo antes de dormir tampoco pueden vivir sin ellas: no sólo son necesarias para tener a mano el libro que nos gusta, sino que podemos colocar una luz puntual. Esa lámpara es para muchos un elemento vital, por eso no conciben una alcoba sin su mesita de noche.
Una mesita para cada estilo
De dimensiones reducidas que no superan los 50 centímetros de ancho y los 70 de alto, las mesillas pueden comprarse con el resto del conjunto mobiliario, o bien por separado, escogiendo modelos clásicos o algunos más vanguardistas. La mayoría están fabricadas en madera, pero también pueden incorporar algunos elementos de metal, piedra e, incluso, componentes plásticos.Algunas personas optan por utilizar repisas en vez de mesillas, ya que ocupan menos espacio y suelen ser más baratas que la madera maciza. Otros no pueden prescindir de la mesa y deciden eliminar la lámpara para poder aprovechar mejor el soporte. Se opta entonces por apliques o bien por lámparas de techo que permitan luces más tenues, gracias a un variador de intensidad lumínica.
Los estilos decorativos clásicos siempre exigen mesillas de noche de madera, mejor de color oscuro, bien patinadas de regusto rústico, o bien barnizadas con tonos limpios. Roble, pino o cerezo son tres opciones ideales. Los tiradores de metal podrían complementar perfectamente una mesita de aire colonial. Patas de hierro, tableros de mármol o remates de forja en las esquinas pueden adornar las mesillas de un modo romántico.
Dar un aire nuevo a tu mesilla
Los colores y los trabajos en marquetería de las mesillas también pueden aportan una connotación diferente a la decoración de tu dormitorio. Por eso, siempre podemos optar por comprar mesas en madera sin barnizar y pintarlas nosotros mismos.Elegiremos el mueble que más nos guste y después el color más adecuado para la mesa. Los tonos claros son perfectos para alcobas vanguardistas y con mucha iluminación, mientras que los colores naturales son adecuados para una habitación más tradicional, y los tonos más oscuros y chillones para las alcobas más arriesgadas.
Tendremos que comprar un tinte para madera, un barniz y la pintura al agua del color que deseamos. Primero lijaremos las superficies, incluidos los cajones, y a continuación le pasaremos una gamuza.
Paso a paso
Daremos una capa de tinte, lijando después de nuevo si la madera se levanta por acción del mismo. Después, le aplicaremos una segunda mano. Le daremos a continuación la mano de color, aunque es conveniente, para embellecer, darle a los bordes o a los tiradores con un tono más claro o más oscuro. La cinta de carrocero permite trazar las líneas de pintura sin salirnos de los límites.Si somos especialmente creativos siempre podemos hacer dibujos para darle un toque más personal. Si no confías en tus dotes artísticas, opta por el estarcido y por las plantillas. Tras dos manos de pintura y el correspondiente secado, daremos una capa de barniz. Esperaremos a que se seque, lo volveremos a lijar y aplicaremos un segundo barnizado. Tras el último secado, tu mesilla renovada estará lista para entrar a formar parte de tu dormitorio.