Muchas veces tenemos pequeños adornos y accesorios que eran de nuestros padres y abuelos y que no vemos su valor por que ha sido pintado en varias ocasiones y estamos acostumbrados a su presencia sin darle importancia.
Me había quedado sin nada para llevarme al taller y le consulté a mi cuñada que últimamente era mi “proveedora”. Me dijo: “Llévate el arca en miniatura que tengo en la entrada…donde dejo las llaves”. Yo dije: “qué arca?. Tú dejas las llaves en una cajita marrón”.
Me la trajo y efectivamente ella tenía razón cuando me paré a verla. Era una miniatura de un arca que en su día debió servir de joyero porque dentro tenía un espejo. Pero cuando yo la miraba en todos estos años sólo apreciaba una cajita marrón de madera.
Estaba fea y sosa pero su estado era muy bueno. No había que hacer reparaciones así que guantes y decapar.
A medida que fue renaciendo la madera original, parecía que respiraba.
Las patas llevó más tiempo decaparlas porque no son lisas y normalmente los trozos pequeños son más laboriosos que los grandes.
Pero con paciencia y tiempo todo quedó limpio. El cerrojo y las bisagras también fueron limpiadas de la pintura y quedaron en el metal original.
Ahora tocaba lijar y teñir.
Quería un color elegante pero no quería oscuridad. El arca ya había estado muchos años en un “mundo marrón”. Me decidí por el color burdeos pero muy diluido, para que quedase clarito.
Luego el posterior encerado y listo.
Hoy luce en la entrada conteniendo las llaves y todo el mundo reconoce en ella un arca en miniatura, no una cajita marrón.