Que mejor manera de recibir el verano que con una alfombra en los colores que más me gustan y que asocio con alegría, vitalidad y felicidad. Es que no puedo vivir sin color vibrantes, es parte de mí; sino siento que me deprimo. Y con mayor razón en nuestra casa, que es nuestro templo, y el lugar que refleja nuestra personalidad.
Esta alfombra que recibí de Perú es el acento de color que necesitábamos, teniendo un sofá tan grande y en cuero negro. Además, con dos pequeños era más que necesario tener un sofá de fácil mantenimiento y sobre todo limpieza cuando sin querer uno de los peques ensucia el sofá. Anteriormente teníamos una alfombra de alpaca en tonos marrones y beige de pelo largo. Pero no iba mucho con el color de los muebles del kitchenette, así que le buscaremos un lugar mas apropiado en la casa.
Mi orquídea y los cojines van a juego con la nueva alfombra, como veras soy amante del color fucsia. Lo que me gusta de esta alfombra no es solo el diseño, los patrones y los colores que tiene, sino saber que es un pedacito de Perú que tengo en casa.
Esta alfombra es en verdad una frazada o manta que usa la gente de los Andes para abrigarse del frio. Es hecha en telar manual por pequeñas comunidades en los Andes, usando lana de oveja y tintes naturales. Me recuerda a los tantos viajes que he hecho a Cusco, incluido mi esposo en los dos últimos viajes. Esperamos nuestros pequeños estén lo suficientemente grandes para que conozcan esa ciudad hermosa, además de Puno y cruzar la frontera para visitar Bolivia.
¿Has visitado Perú? Si aún no los has hecho espero que este incluida en tu lista de países a visitar
Photos: Fiorella Madsen
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La casa de Freja.