El elemento inesperado es aquello que capta nuestra atención, que consigue fijarnos la mirada en un punto fijo, que se graba en nuestro recuerdo. Al principio nos sorprende, pero luego acaba atrayéndonos cada vez más (hasta que acaba siendo tendencia y se pone de moda! ).
Es el elemento de impacto. Lo que nos atrae y rompe un conjunto aburrido o anodino. Lo que hace que nos paremos ante un objeto, una estancia o una obra. Es lo transgresor por diferente.
Funciona. Es uno de los secretos del estilo. Un top de fiesta con un vaquero. Un conjunto informal con tacones o un look serio con deportivas. Las rayas neón en madera, el amarillo entre colores fríos, un sofá violeta, una vitrina rosa, un potro de gimnasio, o la composición con las famosas pantallas de papel…
El elemento inesperado se convierte en protagonista por ser diferente. Funciona como punto focal y además, sirve para marcar estilo en cualquier composición. Un conjunto excesivamente equilibrado pierde interés, es previsible. Cuando aportamos el elemento inesperado, el efecto sorpresa, creamos elementos de atracción, despertamos la curiosidad. Si queremos hacer un ejercicio de estilo, jugar con el elemento inesperado puede ser un buen punto de partida, ¿no creéis?
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