#1. Ese agujero negro, ¡el horno!
Tan bonito y lucidor que está el día que lo estrenas y lo feo que se pone en cuanto se te ocurre hacer dentro un asado. Limpiar el horno, es sin duda una de esas tareas que siempre dejamos para más adelante, y que cuanto más evitamos, más tedioso y pesado se hace. Seguramente tu madre te explicaría que haciendo unas mezclas químicas imposibles (y a la vez peligrosas para tu salud) toda esa grasa desaparecería, ¡pero qué va! Nunca se queda tan limpio y perfecto como a ti te gustaría.
¿Cómo lo podemos limpiar?
Primero que nada, siendo precavidos. Si cada vez que lo usas, tienes la prudencia de retirar los restos de comida que se van quedando en la bandeja, con ayuda de una bayeta, el horno se va a mantener limpio durante más tiempo. Por tanto, la primera norma sería, después de cada uso… ¡Limpieza con agua y jabón! Una vez que te decidas a hacer la limpieza profunda apuesta siempre primero por productos naturales que lo dejarán reluciente sin contaminar.
El proceso consiste en crear una pasta a base de bicarbonato de sodio, agua y sal. Con ella recubrirás las paredes del horno y el cristal. Déjalo actuar una hora aproximadamente.
Cuando pase el tiempo, retira toda esta pasta con un paño empapado en vinagre, que irá sacando toda la suciedad acumulada.
Para terminar puedes retirar con un paño limpio y agua jabonosa los restos que hubieran podido quedar. Y ¡tachán! Horno limpio sin química, estornudos o picores.
#2. Los azulejos del baño
Muchos de nosotros tenemos azulejos en el baño, sobre todo por economía y limpieza. Generalmente solemos usar un producto químico especial para limpiarlos, que ni saca brillo ni los deja tan estupendos cómo en la fotografía del envase. ¿A qué sí? Da una rabia tremenda darse el palizón a limpiar y que los azulejos queden empañados o feos.
¿Cómo los limpiamos entonces, para que queden súper bien sin hacer inventos?
La mejor manera de limpiarlos es simplemente con agua corriente, una esponja suave húmeda y bicarbonato. Frotar, vas a tener que frotar (porque inevitablemente la cal y otras manchas no van a desparecer por arte de magia), pero gracias al bicarbonato, conseguirás una limpieza profunda que además blanquea las juntas.
Después de limpiarlos, aclara bien todos los azulejos con agua clara (sí, sin más) y sécalos.
Y si aún necesitas más brillo, siempre puedes darles con una mezcla de agua y vinagre blanco. Terminando siempre con una bayeta seca de microfibra, que deje salir a relucir todo su esplendor. Si lo haces así, verás como puedes hacer la prueba del viejo anuncio: ¡El algodón no engaña! ¿Te acuerdas?
#3. Los temidos cristales
Parece mentira la suciedad que pueden coger los cristales sin a penas darnos cuenta. Desde siempre nos enseñaron que con una bayeta y algún producto específico para cristales se podían limpiar. Algunos incluso saben el truco de secarlos con papel de periódico. Pero aún hay otra forma más eficiente de limpiarlos, con una pasada rapidita que los deje perfectos.
Para limpiar los cristales tanto interiores como exteriores tienes que usar:
Un limpiador casero, a base de vinagre blanco y agua (la proporción es de una parte de vinagre por 4 de agua). Añade la mezcla a un pulverizador de plástico y simplemente con una bayeta le vas pasando. Aunque como se quedan perfectos, es secándolos inmediatamente después de hacer esto con una bayeta de microfibra seca (porque no deja restos de pelitos o pelusas).
Y recuerda, por muy urgente que parezca limpiar los cristales un día soleado, es mejor hacerlo uno nublado. Si lo haces a pleno sol, se secarán demasiado rápido y quedarán fatal…
#4. El rey del salón: El sofá
Es indiscutible, el sofá es el rey de todos los salones. Esos días que estamos hartos del trabajo no tenemos otro pensamiento más que llegar a casa, y tirarnos en plancha al sofá. Pero no me digáis que no corta muchísimo el rollo si se ve feo, desaliñado o sucio. Si el tema de estar estirando o recolocando continuamente una funda no va contigo, sólo queda hacer dos cosas: La primera, tener más cuidado con los líquidos y las manchas que al pobre le van quedando. Y la otra, hacerle un mantenimiento regular. Aunque no lo veas sucio, el sofá es un nido de ácaros, polvo y otras sustancias por identificar.
¿Cómo se limpia bien un sofá?
Lo más fácil retirando la funda si es desenfundable y haciendo justo lo que diga la etiqueta. Algunos tendrán suerte y lo podrán meter en la lavadora directamente, otros tendrán que llevar la funda a la tintorería.
Si la funda no se puede retirar, comienza por pasar por todo el sofá la aspiradora en su función más suave (lo ideal sería que cada mes o mes y medio lo hicieras). Es momento de detectar posibles manchas. De haberlas y ser recientes, con un trapo húmedo es posible que salgan. Sino, puedes usar limpiadoras a vapor (probando primero en las zonas menos visibles del sofá, por si acaso la tapicería no aguantara las altas temperaturas).
De todas formas, el mejor consejo si cae una mancha, es limpiarla de inmediato, ¡No la dejes secar! Y en los casos más extremos contratar un servicio de limpiezas de tapicería a domicilio, que lo deje como nuevo.
#5. La nevera, protagonista de todas tus recetas
El frigorífico, es parte principal de tu cocina, pues la mayoría de alimentos que vamos a consumir se conservan en ella. Por eso, es fundamental mantenerla en perfectas condiciones y bien limpia. Una nevera sucia, es un peligro para tu salud y la de tu familia. Algunos piensan que en realidad no hace falta limpiarla más que cuando se produce algún desastre, o se nos olvida una larga temporada un producto perecedero dentro. Pero la realidad, es que igual que limpiamos los platos cada vez que los usamos, con la nevera deberíamos de llevar un mantenimiento regular y constante. Y hacer limpieza ¡a fondo! al menos cada 3 meses.
Para limpiar bien el frigorífico tienes que:
Comenzar por vaciarlo totalmente (no te preocupes que nada se va a estropear por pasar unos minutos fuera). Es momento de controlar la fecha de caducidad de los alimentos, y desechar todos los caducados o en mal estado.
Ahora desmonta todas las piezas que removibles (cajones, estanterías de las puertas…) y lávalas con agua jabonosa. Antes de volverlas a colocar, sécalas compleméntente con un paño limpio para que no queden rastros de humedad.
Y ahora sí, limpia todo el interior de la nevera con agua también jabonosa o como mucho mezclada con vinagre. Presta atención a la puerta y las gomas (donde suelen quedar también atrapados diminutos restos de comida). De nuevo vuelve a secar bien todas las paredes antes de volver a guardar dentro los alimentos.
¿Y tú, tienes pensado hacer limpieza general en casa? ¿Sabías algunos de los trucos que te hemos contado para limpiar mejor y sin tanto esfuerzo? Esperamos tu aportación, como siempre, en los comentarios.
Fuente: habitissimo.com.ar