Aunque en la foto no se aprecie, la caja no era de madera maciza, sino que estaba recubierta de una chapa en muy mal estado, y su color era muy distinto al de las patitas.
Lo primero que hicimos fue desmontarlo por completo y empezar a cavilar sobre qué aire darle.
Teníamos claro que el interior y el exterior irían en colores distintos, y fue la tela elegida la que nos marcó la gama de tonos.
¡Unas poquitas de grapas, por favor, que nos han parecido pocas las que hemos quitado!
Remate de puntilla en el interior.
¡Y listo! No hemos visto un costurero más polifacético que este... ¡Lo mismo te guarda alfileres, que te sirve de puff!
Mercedes y su marido, Enrique, vinieron a recogerlo y se fueron encantados. ¡Y es que con amigos y clientes así es un gustazo!
¡Feliz fin de semana!