Pero, de repente, nos saltó una página de venta de mobiliario por internet y no dudamos en tirar de tarjeta. Ni que decir tiene que el precio de nuestra compra era de lo más asequible, que si no, la tarjeta se hubiera quedado en su correspondiente compartimento de la cartera aguardando pacientemente una nueva salida... ¡Y por fin llegó el paquete!
Una inmensa caja contenía piezas por doquier. Lo único que teníamos claro para el montaje era que ¡el asiento tenía un color precioso!
Y ahí que nos pusimos manos a la obra con la llave allen a apretar tornillos... "sienes y sienes" de tornillos.
No creáis que fue fácil el montaje. La primera de las sillas consiguió que nuestra testa discurriera bastante hasta hallar el punto. Las otras tres ya fueron de corrido.
Y el resultado no ha podido ser más admirado por la dueña del salón. Gracias a estos asientos, su pequeño salón parece ahora más espacioso, más grande y luminoso. En casa todos están encantados... Salvo Perico... El pobre ha perdido su rascador particular y su cama ocasional... ¡Habrá que resarcirle de algún modo!, ¿no creéis?
¿Cómo veis el cambio? Las sillas antiguas pasarán al trastero hasta que encuentren su momento de ser tapizadas..., que falta les hace.
¡FELIZ FIN DE SEMANA!